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Coronavirus, la caja de Pandora 'made in China'

En un mundo donde convivimos más de 7.500 millones de personas, se están dando las condiciones perfectas para que se generen nuevas enfermedades

Martes, 3 de marzo 2020, 02:46

El 28 de febrero se publicaba en la revista más prestigiosa de la medicina, 'The New England Journal of Medicine', el análisis de lo ocurrido en el surgir del coronavirus o Covid-19 en China. Desde su inicio en diciembre de 2019 y hasta el 29 de enero de 2020, el análisis de 1.099 casos confirmados mostraba una mortalidad del 1,4%. Una cifra similar al riesgo de fallecer en una cirugía de baipás coronario. Si pensamos por un momento que pasar una gripe tuviera el mismo riesgo que someterse a una cirugía cardiaca y considerando que el 1% de millones de personas con gripe en todo el mundo son muchas más personas que el 1% de unos miles de operados, parece por tanto obvio que la OMS haya declarado una emergencia global, aun sabiendo que probablemente este 1,4% no incluya las formas leves que no se llegan a diagnosticar y que hace pensar que la mortalidad real es muy inferior al 1%.

Pero la alarma generada viene dada no tanto por su potencial gravedad, sino por su rápida expansión y la incertidumbre sobre ella. Se calcula que por cada infectado al menos hay dos contagiados, lo cual es una tasa elevada. Para todos es claro que la infección será mundial, como ya se está viendo. Las restricciones al transporte de viajeros y el pánico generado frenarán y enlentecerán su expansión, permitiendo conocerla mejor, avanzar con las vacunas y preparar los sistemas sanitarios. En la parte negativa están el inesperado nuevo gasto sanitario, que puede conducir a una menor inversión en otras enfermedades, y el estrés ocasionado en personas mayores y vulnerables, lo que puede tener consecuencias indirectas negativas.

Sin embargo, si controlar la enfermedad es importante, también lo es, y mucho, aprender y corregir las causas. El origen está en la mutación de un virus de transmisión animal, en este caso probablemente murciélagos, que ya previamente fue origen de otra infección respiratoria grave, el SARS. Pero tenemos más casos de enfermedades virales con un origen animal: gripe aviar, VIH, ébola, fiebres hemorrágicas, etc. Es decir, zoonosis, malas condiciones de higiene y sanitarias, junto a sobrepoblación o hacinamiento. En el caso de este coronavirus es claro que existe un foco principal, la región de Wuhan, de hecho la mitad de afectados en China vivían en esta zona, y de los que no vivían, dos terceras partes habían contactado con residentes en Wuhan. Esta infección es 'made in China', como también lo fueron otras recientes. En China se dan todas las condiciones para el desarrollo de nuevas enfermedades, y además que estas se trasmitan rápidamente tanto dentro de la propia China sobrepoblada como hacia otros países a través de los múltiples canales de comunicación económica. La principal víctima, Italia, sumergida en el pánico y en cuarentena virtual, con numerosas pérdidas económicas. Así, China pasa de ser un problema medioambiental y económico para el mundo –que ya lo era– a convertirse también en un problema sanitario: de ser una amenaza económica, a serlo también sanitaria.

Si controlar la enfermedad es importante, también lo es, y mucho, aprender y corregir las causas

En un mundo donde convivimos más de 7.500 millones de personas, hemos construido –y esto es lo importante– lugares muy diferentes en comportamientos, población, condiciones medioambientales, de higiene y salud. Se están dando las condiciones perfectas para que se generen nuevas enfermedades. Y sobre ello, un nuevo riesgo, la facilidad para desplazarnos entre lugares y países. Lo que parece una ventaja se convierte en una vulnerabilidad que puede terminar de abrir una caja de pandora 'made in China'.

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