El contrato del dibujante
EL DÉCIMO DENTISTA ·
La separación de poderes resulta condición necesaria para la democraciaSecciones
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EL DÉCIMO DENTISTA ·
La separación de poderes resulta condición necesaria para la democraciaEl contrato del dibujante', película de Greenaway, discurre en 1694 en una aristocrática hacienda inglesa. La noble esposa del Sr. Herbert contrata los servicios de un dibujante profesional para unos dibujos de la finca que regalará a su esposo a su retorno de Southampton. El arrogante pero ingenuo dibujante se descubre necesario con poder sobre esa casta superior; exige altos precios, incluso acepta ofrecimientos carnales de la señora. El ojo minucioso, objetivo y profesional del dibujante recoge con perspectógrafo no solo los paisajes sino también curiosos detalles difícilmente interpretables pero relacionados con el equilibrio de poder de los aristócratas, que toman conciencia del poder de sus dibujos. Cuando aparece el Sr. Herbert asesinado en el canal del jardín, la trama se precipita revelando un complot de poder. Quien parecía dominar la escena y el relato, en realidad era una pieza útil en manos de la casta. Una vez desempeñada su función, estos parlamentan, juzgan y resuelven ejecutar al dibujante. Todo envuelto de una atmósfera barroca, asfixiante, lúgubre.
Quien ostenta el poder ya sea político, económico o social desea retenerlo a toda costa. En el Antiguo Régimen, la aristocracia lo aglutinaba por su posición respecto del rey. Para ello, todos, fueran campesinos o avezados dibujantes, eran simples peones en su juego de tronos sin separación de poderes de Montesquiu. El cuarto poder encarnado en el talento informante de un dibujante sin casta suponía una novedad y por eso, o es comprado o eliminado.
Por esto, la separación de poderes resulta condición necesaria para la democracia. Hoy más que nunca, su vulneración nos aboca a un nuevo totalitarismo de castas. Desaparecieron las aristocracias clásicas y brotaron las nuevas que retuercen el Estado de Derecho para conservar el poder a cualquier precio. Da igual el signo político, violentan la separación de poderes bajo el relato de un acechante enemigo etéreo; camuflan como lucha de clases o interés general, la lucha de castas, desde 'oprimidas' y lujosas urbanizaciones; atacan o disculpan corruptelas según convenga; alzan sus pelucas de superioridad moral capitalizando en sus cuentas corrientes el dolor social con relatos efectistas. La tolerancia, la libertad de expresión y la justicia existen solo si es la suya y la legislación solo es democrática si sigue sus dictados. Los técnicos 'dibujantes' acaban apartados o comprados por un plato de lentejas. Los informes son valorados según a quien perjudica. Siempre existirá un relato redondo que justifique destituir, nombrar a dedo, presionar a medios, una puerta giratoria o que polarice ovejas a izquierda y derecha del perspectógrafo profiriendo balidos beligerantes. El gran Mingote dibujó la respuesta de un abuelo sobre si era preferible ser de derechas o de izquierdas: antes que nada, no ser gilipollas, luego ya...
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