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En el otoño de 2002, se estrenó la película 'A Beautiful Mind', basada en la vida del premio Nobel de Economía John Forbes Nash. A pesar de las increíbles críticas que obtuvo la cinta, hubo una escena que, dentro de ese cine, se me quedó ... grabada. La acción transcurría en un bar donde el joven científico y sus compañeros de universidad intentaban ligar con tres chicas. Lo que más me sorprendió no fue que Nash huyese de las típicas estratagemas de jovenzuelos para seducir a una mujer, sino que les aconsejara a sus amigos cómo no conquistar a una joven: «El mejor resultado no se consigue cuando uno busca lo mejor para uno mismo, sino cuando busca lo mejor para uno mismo y para los demás».
No creo que el director Ron Howard escribiese este guion pensando en la política española, ni mucho menos. Puesto que nuestros gobernantes y aquellas personas que forman los partidos de ahora constituyen un amplio espectro de especímenes exóticos con particularidades muy obvias.
En primer lugar, destacan los que tienen una gran capacidad para memorizar las ideas de sus superiores. Profesionales de la política que me recuerdan a las típicas hamburguesas del McDonals (o te las zampas en el momento, o se corrompen y se vuelven mustias). Al fin y al cabo, son títeres que carecen de proyectos propios y su única estrategia es el poder por el poder. Un buen ejemplo lo podemos encontrar en San Esteban, la información del día a día marca su agenda y su 'proyecto' (por llamarlo de alguna forma).
Luego están los políticos salvapatrias o salvamundos, los hay en todos los partidos. Estos se distinguen por tener una fantasía sobre su organización y lo que esta debe ser para el ciudadano, pero ignorando sus intereses reales. Quieren salvar a los ciudadanos de sus miedos sin preguntarles, y sin saber que ellos mismos son los monstruos que deforman la política actual. El populismo, la demagogia y el maldito corta y pega forman parte de su tarjeta de presentación. Unos fundan nuevos partidos y también hay quienes se arrastran por los pasillos del poder para anunciar el apocalipsis de organizaciones centenarias como, por ejemplo, el PSRM. De paso se ofrecen como la única solución olvidando que sus propuestas ya fueron rechazadas por la ciudadanía. En el fondo solo buscan el protagonismo y el beneficio propio embadurnado de una falsa ascensión de sus organizaciones de referencia predicando lo contrario de lo que son y lo que hacen.
Y por qué no decirlo, también hay personas que tienen una opinión distinta a la mía sobre todo esto que hoy les cuento, pero que nadie (incluido yo) discute su valía política como, por ejemplo, María González Veracruz, que sinceramente creo que habría que integrar en este nuevo e ilusionante proyecto (si se dejan). Como ya escribí hace unos meses, no deberíamos perder más el tiempo e intentar construir entre todos un proyecto ganador. Tenemos dos años para reforzar el partido con el objetivo de cambiar y mejorar nuestra Región.
Podríamos seguir con esta categorización de manera interminable, pero a mí me interesa más presentarles una de las clases más raras y en peligro de extinción. La de aquellos políticos que siguen creyendo en los liderazgos colectivos y en la vocación de servicio a los demás.
Líderes que dicen lo que piensan, aunque no les convenga, suelen parecerse a la gente a la que representan, conversando con sus electores desde la pedagogía política, personas con la capacidad de liderazgo de Angela Merkel, Anne Hidalgo o Jacinta Arden... Mujeres y hombres que crean escuela y se rodean de los mejores para llevar a la práctica sus propuestas.
A mi juicio, Pepe Vélez es uno de este grupo. No es un ideólogo, es mucho más: una persona capaz de hacer verdad el ideario socialista. Quienes le conocemos sabemos de su capacidad para crear liderazgos colectivos, su habilidad para meter en la cancha a un grupo de jóvenes dirigentes del PSOE, sin renunciar a la experiencia acumulada por sus antecesores.
Pepe se parece a la gente que representa, a los que nos votan y también a quienes podrían votar al PSOE y darnos una mayoría suficiente en la Asamblea. Como él mismo afirma, es un hombre sincero, claro, transparente y también contundente (pero sin estridencias). Quizás no sea el único con este perfil en el PSRM, pero es el único al que aún el partido no ha devorado.
La mejor campaña del Partido Socialista para las próximas elecciones sin duda sería que Vélez se diera una vuelta por todos y cada uno de los municipios de esta Región. Y así pudiera platicar con sus vecinos sobre sus necesidades y anhelos. En ese camino, también debería anunciar la buena nueva de una alternativa política sólida y realista que los ciudadanos de la Región de Murcia nos merecemos.
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