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Condoleeza Rice se levantaba a las cuatro de la mañana (no sé ahora). Iván Redondo, a las cinco. Lo mejor es cómo lo revela cuando Alberto Surio se lo pregunta: «Me levanto muy temprano. ¡No me haga decir la hora! Las 5.00 de la mañana». Da la impresión de que no se hizo de rogar. Walter Cronkite se queja en sus memorias de la manía de centrarse en los secretos de las maquinarias electorales, cosa que pasó desde que Theodore H. White publicó 'The making of a president, 1960', sobre las elecciones que dieron el triunfo a Kennedy. Luego llegaron los imitadores. Lorenzo Gomis, lo recuerda en 'La primavera no es noticia', dice que los periodistas empezaron a centrarse en la grasa en lugar del filete. Sánchez es el filete. Redondo es la grasa. Me gusta de Redondo que haga reuniones cortas (cinco minutos, máximo 20) y quiera informes cortos. «Lo que no se puede explicar en una hoja no me vale». Redondo se explica en una hoja con manchurrón.
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