¿Qué sucederá con la gripe aviar?

Un nuevo virus de la gripe aviar (H5N1), tras aparecer en el año 2022, ha venido comportándose con una virulencia y mortalidad sin precedentes a nivel mundial, afectando tanto a las aves domésticas como a las aves silvestres que, en teoría, suponen su reservorio en la naturaleza. Se cuentan por millones las aves de más de 400 especies diferentes que se han visto afectadas y/o han sido sacrificadas tras la aparición de esta nueva variante del virus. Con posterioridad, poco a poco, ha ido demostrándose su poder patógeno en diversas especies de mamíferos –pasando por focas, leones marinos o visones–, hasta que, finalmente, ha hecho algo que ninguno de sus predecesores hasta entonces. Ha dado el salto al vacuno en explotaciones de Estados Unidos, generando cuadros clínicos en las vacas lecheras –con a día de hoy casi 1.000 granjas afectadas–, principalmente de la costa oeste del país.

Y es que la aparición de estos episodios de gripe en el ganado bovino ha venido acompañada de la detección de algunos casos clínicos en el ser humano, afortunadamente leves en la inmensa mayoría de los casos, en trabajadores de estas explotaciones y otras personas que han tenido algún tipo de contacto con las vacas y/o aves afectadas. Son algo más de 70 los casos de gripe aviar diagnosticados a lo largo de estos meses, de los que, afortunadamente, solo se ha registrado un fallecimiento hasta ahora. En la práctica totalidad de ellos se ha demostrado el contacto con un animal afectado que pueda explicar el cuadro clínico observado en las personas. Esto aleja la posibilidad de lo que sería, ahí sí, un evento peligroso, la posible transmisión eficaz del virus de persona a persona. Si eso pasara, se abriría un escenario ciertamente inquietante.

Pero eso no ha pasado, y no dejan de ser conjeturas. Hay que tener tranquilidad y confiar en las autoridades sanitarias y en la política de vigilancia y control que se está llevando a cabo. De hecho, son más de 165 millones de aves las sacrificadas, solo en los Estados Unidos, al objeto de limitar la expansión del virus y el riesgo de contacto con nosotros. Un esfuerzo titánico que, de modo indirecto, ha motivado en el país la histórica subida de precios de algunos productos como los huevos de gallina, consecuencia directa del sacrificio de millones y millones de aves ponedoras.

Es verdad que los virus gripales cambian constantemente. Pequeños cambios que, por ejemplo, nos obligan a revisar anualmente los componentes de las vacunas de la gripe estacional. Es verdad que ya se han producido en siglos pasados eventos pandémicos asociados al salto de virus aviares a la especie humana, como siempre nos recuerda la mal llamada 'gripe española', cuyo centenario recordamos hace poco. Pero también es verdad que, al contrario de lo que pudiera parecer tras algunos eventos que nos han tocado vivir recientemente, no es nada fácil para un virus el hecho de poder adaptarse y transmitirse en una nueva especie.

En mi opinión, hay que tener tranquilidad y continuar vigilando estrechamente el devenir y los cambios que puedan ir surgiendo en este diminuto microorganismo que se ha empeñado en generar una situación sanitaria muy compleja en la naturaleza, con múltiples factores implicados. Veremos qué sucede.