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Estos últimos años, y de un modo más preciso estos últimos meses, asistimos al aparente retorno mediático de algunas infecciones que muchos de nosotros podíamos ... dar erróneamente casi por erradicadas, al igual que, por supuesto, totalmente olvidadas de nuestra memoria colectiva. Lo cierto es que el hecho de disponer de vacunas eficaces, económicas, y a disposición de todos, no parece haber impedido que determinados microorganismos sigan generando problemas e incluso, en algún caso, ocasionen de nuevo cierta preocupación en las autoridades sanitarias por el incremento del número de casos que se registra en los últimos tiempos. Aunque son varios los posibles ejemplos que podríamos mencionar, algunos de ellos como la tosferina o el sarampión podrían llamar más la atención, cada uno en su contexto. La pregunta que podríamos plantearnos parece evidente: ¿qué está pasando?
El caso de la tosferina es llamativo. Con más de 1.000 casos diagnosticados en los últimos meses en la Región de Murcia –de los más de 12.000 del conjunto del país–, esta infección respiratoria causada por una bacteria, 'Bordetella pertussis', parece encontrarse, según indican los expertos, en una de esas ondas epidémicas que suelen presentarse cada 4-5 años, lo que aporta cierta 'normalidad' a lo que estamos viendo. Se ha incrementado muchísimo su incidencia entre finales de 2023 y lo que llevamos de 2024, concentrándose los casos, sobre todo, en su población diana predilecta, los menores de 6 meses. En este grupo de edad, la ausencia de inmunidad puede generar los casos más complicados –pudiendo incluso, aunque raramente, generar el fallecimiento de los afectados–. Hay que tener en cuenta que la primera dosis vacunal se administra a los bebés a los dos meses de edad, lo que genera un riesgo mayor en esas semanas previas de vida, si bien, afortunadamente, la instauración de la vacunación en la madre gestante, con la protección pasiva que transmite a su neonato, ha generado una mayor protección en esas primeras fases de vida.
Pero no nos equivoquemos, no hablamos de una infección que afecte solo a nuestros pequeños, y de hecho, un porcentaje importante de las infecciones registradas en estos meses, también se ha diagnosticado hasta ahora en adolescentes y adultos. Aunque a estas edades las formas clínicas son normalmente leves, similares a un resfriado salvo factores que puedan complicar el cuadro clínico, como la ausencia de vacunación, su papel como transmisores de la infección a los niños –a partir de las secreciones respiratorias y la tos– es notable. De hecho, los expertos sugieren la necesidad de incorporar una nueva dosis vacunal al calendario oficial de vacunación, en una edad comprendida entre los 12 y 14 años –la última dosis se administra actualmente a los 6 años–, con el objetivo de incrementar la inmunidad en los adolescentes.
Otro ejemplo claro de esta situación 'retorno' lo constituye el virus del sarampión, una infección que habíamos logrado eliminar de la circulación a nivel local en 2017. Este logro circunscribía oficialmente los casos que se detectaran en nuestro país a los casos importados, es decir, de personas que llegaban infectadas de otros países. Desafortunadamente, en los últimos meses, se han detectado algunos casos de origen desconocido en varias comunidades autónomas, con la probable reanudación de los contagios locales de esta infección en España. Afortunadamente, nuestra elevada cobertura vacunal frente a este virus del género 'Morbillivirus' impide que la situación se extienda y el número de casos no pase de ser bastante limitado en nuestro país, algo que no sucede en todas partes. Porque, desafortunadamente, la situación mundial del sarampión no es igual, ni siquiera en el resto de Europa, lo cual motiva que la presión de la infección sobre nosotros vaya incrementándose paulatinamente.
Debemos tener presente que la vacunación global y generalizada frente al sarampión, la tosferina y tantos otros patógenos, como la rubeola o la varicela, es lo que genera la necesaria inmunidad de grupo que, hasta el momento, evita que en España vivamos situaciones sanitarias más complejas que sí están experimentando en otros países de nuestro entorno. Zonas en las que se registran porcentajes mucho menores de vacunación en la población, considerados en muchos casos como no óptimos.
Hay que tener claras dos cosas importantes: en primer lugar, que hablamos de infecciones fácilmente prevenibles con la vacunación, y en segundo lugar, que cuando nos vacunamos, o vacunamos a nuestros hijos e hijas, no solo los protegemos a ellos, sino que estamos aportando nuestro granito de arena para la protección del conjunto de la población y la futura erradicación –ojalá– de algunas de estas enfermedades.
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