Secciones
Servicios
Destacamos
Hace bastante tiempo escribí en estas páginas sobre el carnaval, sobre su origen y desarrollo. Si vuelvo hoy al tema no es sólo por la oportunidad que estos días me ofrecen, sino porque ahora veo que el tema puede aplicarse a más cosas de las ... que parecen. Recordemos que la palabra 'carnaval' significa 'quitar la carne', y que se aplica al día previo del comienzo de la Cuaresma, período en el que la Iglesia prohibía (no sé si sigue haciéndolo) comer cualquier tipo de vertebrado a todo cristiano. Ese período empieza el Miércoles de Ceniza y termina Jueves Santo. Cuarenta días. No todas las iglesias cristianas consagran este ciclo, pero sí la católica. Comoquiera que no tenemos hartura en celebrar cosas, y que la fiesta del carnaval se pierde en la noche de los tiempos (su origen es claramente pagano), la Iglesia la admitió, adaptando la fiesta a sus intereses. Esto pasa con casi todas las conmemoraciones que tenemos como originales y que no lo son: la Candelaria, la noche de San Juan, la Virgen de agosto... todo cuenta con sus oportunos precedentes.
Comoquiera que el martes de carnaval todo, o casi todo, estaba permitido, y que a la gente le daba reparo que la vieran comiendo a dos carrillos o haciendo cosas que no debía hacer, se optó por taparse la cara y hasta el cuerpo con disfraces. Una manera de preservar la reputación. El arte ha dado sobradas muestras de los excesos del carnaval. Desde Bruegel el viejo hasta Gutiérrez Solana tenemos ejemplos de cómo era esa locura de máscaras y obscenidades, sobre todo en el cuadro 'El combate de don Carnaval y doña Cuaresma', de 1599. El tema ya estaba en 'El libro de Buen Amor', aunque en España se prefirió llamar a don Carnaval, don Carnal. El Arcipreste de Hita da como vencedora a doña Cuaresma, pues don Carnal se da una tripada tal que ya no le quedan ganas de nada. Recordemos que, en Jumilla y su comarca, a la noche del martes de Carnaval la llaman la noche del reventón.
Este año, aunque bisiesto, viene todo muy adelantado. El pasado miércoles fue el de Ceniza, y el martes, que además fue 13, el de Carnaval. No se preocupen si se les ha escapado alguno de estos festejos ya que, en la actualidad, no sólo se empiezan antes de que acontezcan, sino que se prolongan hasta mucho después. Este fin de semana aún podrán ver pasacalles y saraos para todos los gustos. Otra cosa es que estén hasta el gorro de tanta fiesta, y quieran permanecer ausentes. Ya saben: en casita que llueve. Bueno, eso de llover es un apaño literario, no lo tomen al pie de la letra.
Todo vale en tiempos de Carnaval; ser bueno y ser pecador; o ser pecador y después redimirse. Carnaval es sinónimo de transgresión: hacer una cosa y la contraria. Subirse en un barril de cerveza, como el personaje de Bruegel, y dejarse sacar de la fiesta por dos religiosos. Algo parecido sucede hoy día, cuando oímos decir a destacados políticos que es tiempo de concordia, de pactos, de acuerdos, y no de crispación, y son ellos mismos los que crispan al personal con alocuciones incendiarias. O que alienten tractoradas y similares quienes poco o nada han hecho por arreglar el campo, ni han pisado en su vida un bancal. O que hablen de libertad, y luego censuren obras de teatro y músicas. Esto es rabiosa actualidad. Pero si retrocedemos apenas una semana, nos encontraremos con quien dijo que, bueno, eso de la amnistía habría que considerarlo, para, poco después, retirarlo con un vade retro, Satanás, no dije eso, o no quise decir eso. Y si aún retrocedemos un poco más en el tiempo, también hubo quien en su programa de gobierno nada indicaba de perdonar a esos locos que se inventaron un referéndum con urnas en la calle, algunos de los cuales pusieron pies en polvorosa cuando la Justicia fue por ellos, para luego proponer una ley que los exima de tales tropelías. Ejemplos de donde dije digo, digo Diego los hay a montones. Ahí están las hemerotecas para demostrarlo. Pero todos tienen sus razones para semejante carnaval. Unos, que no quise decir lo que dije; otros, que las circunstancias mandan. Pero a nadie se le pide penitencia, como se hacía cuando el carnaval era el carnaval y la política, política. Cosas del tiempo, que diría aquel.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.