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Quienes, entre los lectores de este artículo, tengan edad suficiente para haber conocido la época de la Transición de los años setenta recordarán la palabra ' ... bunker' que se puso de moda por aquellos años. Procedente del vocabulario militar y de origen alemán, con el significado de casamata o fortificación blindada, el término incorporó una nueva acepción, en este caso metafórica, en el ámbito de la política para identificar a quienes, estando en contra de los aires de renovación de aquellos años, se empeñaban en mantenerse aferrados a la ideología encarnada por la Dictadura. Hoy puede considerarse que la palabra, con ese sentido, se ha evaporado del vocabulario habitual. Si se pregunta a cualquier joven por el término, lo más probable es que lo desconozca, a pesar de que sigan existiendo nostálgicos, convenientemente camuflados de demócratas, partidarios de aquel sistema de cosas, ya, por suerte, periclitado, aunque no desaparecido del todo.
Y es que también las palabras se desvanecen en el olvido por el hecho de quedarse fuera de la circulación hablada, aunque se mantengan, eso sí, dormidas en los libros, en las hemerotecas, en los registros de voz y, mientras viven, en la memoria de quienes las usaron.
Hay términos que mueren por desaparición súbita o dilatada en el tiempo, cuando su significado se debilita. Pero también los hay que pueden ahogarse en su propio éxito, por sobreexplotación, lo que conduce al repudio de los hablantes. Hace poco estaba en pleno auge 'escrache', procedente del latín a través del occitano o el italiano, con el significado de acoso en su domicilio o lugar de trabajo al que, por motivos políticos, económicos o de cualquier otra índole, se somete a personas de relevancia pública. Un acoso diferente a otros no menos ingratos, cuyos efectos bordean el delito (el 'mobbing' en el trabajo, el 'bullying' del ámbito escolar). 'Escrache' alcanzó abundante difusión, no solo en España sino en países hispanoamericanos como Argentina, Chile y Paraguay. Hubo días en los que no había telediario o página de periódico que no informara del sufrido por alguna figura socialmente importante. Hoy, esta palabra ha desaparecido de los medios de comunicación, aunque sigan produciéndose esos acosos o protestas. Todo ello con independencia de que la Fundación para el Español Urgente (Fundéu) la coronara en sus listas de popularidad como 'palabra del año' en 2013.
Estuvieron de moda 'chillout', que designaba un ambiente de tranquilidad, velas y música relajante frente al barullo de bares de copas y salas de fiesta. En el ámbito de la moda reverdeció el anglicismo 'leggings', una prenda de tela o cuero que envolvía la pierna desde la rodilla al pie y se aseguraba por debajo del calzado. Recuerdo, siendo niño, que un pariente militar se refería a sus polainas de cuero rígido como 'leggings', que, naturalmente, pronunciaba 'leguis'. Dejé de oír la palabra cuando este aditamento desapareció del uniforme militar, hasta que la cíclica moda femenina la reinventó hace pocos años. La prenda, sin embargo, es antigua y ha recibido diferentes nombres como polainas, zaragüelles, calzas, pantys y leotardos. Cualquiera de ellas es más atractiva que 'leggings'.
¿Qué fue de 'fistro', 'candemor', 'guarrerida' y 'jarl', célebres palabros acuñados por Chiquito de la Calzada, que no significaban nada, aunque guardasen un lejano parentesco con términos ingleses? Duraron mientras él vivió, pero sospecho que irán desapareciendo tras su muerte, a pesar de que llegaron a hacerse estudios lingüísticos sobre el fenómeno y la Academia de la Lengua estudiara seriamente su inclusión en el Diccionario, algo que al final no se produjo.
De sobreexplotación están amenazadas las recientes 'posverdad' y 'populismo'. 'Posverdad' alude a la enorme cantidad de informaciones dirigidas a la opinión pública, sobre todo desde redes y medios de comunicación, y que se fundamentan más en creencias generales o personales, en sueños e imaginaciones que en hechos comprobables y objetivos. Quizá cuando la gente se vacune contra tales manipulaciones, la palabra desaparezca del panorama. Los 'populismos', por su parte, movimientos políticos enfrentados a los partidos tradicionales, predican liberar al pueblo de su postración económica. El hecho de que esta etiqueta se aplique, con parámetros muy amplios, tanto a formaciones de extrema derecha como de extrema izquierda, ayuda a la indefinición del término y colaborará en su postergación cuando los años y el azar lo dictaminen.
Las hay cuya celebridad no alcanza sino un efímero resplandor, del que se desconoce si continuará brillando, como la reciente 'machirulo', empleada en las Cortes por una diputada contra la actitud prepotente de un ministro. Posiblemente un acrónimo de 'macho' y 'chulo', o de 'macho pirulo', y, en ambientes LGTB, con el significado de hombres y mujeres de apariencia muy masculina, hoy queda como el nombre de una anécdota puntual cuyo recorrido quizá no se prolongue demasiado en el andar del tiempo.
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