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Cataluña y, además, la Covid

Jueves, 3 de septiembre 2020, 02:10

Llevamos varios meses imbuidos en el coronavirus: el monotema que centra la atención de los gobiernos, de los científicos, los periodistas y las preocupaciones familiares y personales. A veces da la sensación de que la actualidad se ha detenido y no ocurren más cosas que la evolución de la pandemia con sus estadísticas de muertes y contagios. Pero, aunque no lo parezca, la vida sigue de manera callada y, como no puede ser menos, imparable.

En Cataluña, por ejemplo, los rebrotes de la pandemia bastante incontrolada son actualmente el principal motivo de atención. El 'procés', ni siquiera en estas vísperas de la Diada, estaba dando mucho que hablar. No quiere decir que la actividad de los independentistas haya entrado en una fase de serenidad y espera de mejores tiempos. En absoluto. Si los líderes locales parecen optar por la calma, ya Puigdemont desde su exilio se entretiene en mover los hilos para que el conflicto no decaiga.

Ahora mismo, los antiguos dirigentes y miembros de la vieja Convergència, negociadora y pragmática, están revolucionados ante la creación del nuevo partido de Puigdemont. Esta vez no contra el Estado, que lógicamente les deja administrar su libertad: es contra ellos mismos; no contra sus militantes, que seguramente están sintiendo vergüenza ante el espectáculo que quienes dependen de sus cuotas están ofreciendo. ¿Cómo sería si hubiesen obtenido la independencia y tuvieran que gestionarla y repartirse el poder?

Las diferencias con Esquerra Republicana ya son conocidas. Cogobiernan en un Ejecutivo sin coherencia, en el que se juega como el gato y el ratón con la vista puesta en las elecciones.

Entre unas siglas y otras, JxCat y PDeCAT, entre sus ideas y programas, no se observan diferencias sustanciales. La degradación de la política está llevando a que el debate se olvide de los principios para volcarse en las personas y sus intereses. Puigdemont aprovecha su tiempo libre, que debe de ser mucho, para tramar estrategias que le permitan volver a ocupar la Presidencia de la Generalitat sin tener que pasar un tiempo entre rejas. El conflicto ya ha pasado de las palabras a los hechos. Los cinco senadores con que contaban han abandonado el PDeCAT en bloque, lo mismo que han hecho los políticos presos, y detrás otros militantes conspicuos están haciendo lo mismo. Hablando y negociando parece que se han agotado las esperanzas de un arreglo entre siglas pensando en las elecciones Y la solución, la lógica: someterlo al criterio de los tribunales; al dictamen de una justicia a la que con tanto énfasis rechazan e incumplen.

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