No caerá esa breva
JUAN LEGAZ PALOMARES
Lunes, 31 de marzo 2025, 00:43
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JUAN LEGAZ PALOMARES
Lunes, 31 de marzo 2025, 00:43
La expresión «no caerá esa breva» se usa para manifestar la falta de esperanza o confianza en aquello deseado o beneficioso se cumpla. Se refiere ... a algo que se percibe como poco probable, dudoso o engañoso. La expresión proviene de la breva, fruto de la higuera que madura antes que el higo y que es muy agraciado.
Antiguamente la breva era un fruto muy valorado. De ahí que cuando alguien veía una breva en la higuera deseara que cayera para comérsela, pero si esta no caía se asociaba con un «no caerá esa breva» para indicar que algo deseado o esperado no sucederá.
Esta expresión se convierte en una herramienta que nos permite comunicarnos de una manera efectiva, pero también con un recordatorio de nuestras raíces y tradiciones. Es fundamental que para quienes amamos el lenguaje y la comunicación, investigar y conocer el origen y significado de estas frases. Al hacerlo, no solo enriquecemos nuestro vocabulario, sino que también honramos y mantenemos vivas las historias que nos han dado identidad.
Como me crie en el campo, durante mi infancia y adolescencia, esperaba ansioso la temporada de las brevas para disfrutar de su exquisito sabor y, algunas veces –o la mayoría–, los amigos no esperábamos a que cayera la breva, sino que subíamos al árbol para coger la breva y zampárnosla sobre la marcha porque había jalufa. En realidad, eran unos tiempos difíciles en los que el hambre achuchaba y había que ingeniárselas y espabilar para alimentarse. Se agudizaba el ingenio. Tanto es así que, a veces, usábamos la artimaña de que a las brevas que estaban aún un poco verdosas, por la noche les poníamos una gotita de aceite en el culo para que al día siguiente estuvieran maduras. Eso era lo que decían los más veteranos.
Ahora ya, en la longevidad, lo que necesitamos y esperamos es que nos caiga otro tipo de breva, como, por ejemplo, que se nos atienda y escuche con más atención y sin vivir con tantos sobresaltos en el día a día, ya que este vodevil noticioso nos lleva de cabeza a la desesperación. Aparte de que vemos peligrar nuestra pensión, asistencia sanitaria –que deja mucho que desear, y no por culpa de los profesionales–, lo que más nos ocupa y preocupa es el futuro de nuestros hijos y nietos. Ojalá impere la cordura y la sensatez, y los encargados de dirigir y resolver los problemas que afectan a los ciudadanos se pongan las pilas y no esperen a que la breva se caiga al suelo por estar demasiado madura o macoca y ya no sea comible.
A mí, que ya solo me quedan unos pocos años, días, semanas o meses de esperar la maduración de las brevas, deseo que los responsables de cuidar la higuera, la rieguen y la cuiden bien para que de fruto abundante sin esperar a que caiga la suelo y se pudra. Ojalá que pueda comer esa última breva antes de fenecer.
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