EE UU ante la opinión de un murciano

Un siglo antes, allá por el año 1898, este imperio que todavía no lo era, que alardeaba de ser una república liberadora de los pueblos, intervino en favor del pueblo cubano y filipino para arrancarlos de la corrupta tiranía de la monarquía española.

Ha pasado mucho tiempo, incluso siglos, los pueblos se han mantenido, pero los países han cambiado, algunos de los que eran pobres y estaban subyugados, hoy son ricos y poderosos; y otros que eran ricos y poderosos son hoy pequeños y débiles.

La democracia norteamericana pasó de ser una república liberal que no quería participar en ningún conflicto fuera de sus fronteras a participar en casi todos los conflictos fuera de sus fronteras. Esto le fue provocando un deterioro y desgaste del que viene sufriendo continuamente, pero no por ello sus sucesivos gobiernos se dan por vencidos. Intentan por todos los medios humanos y divinos mantener el estatus anterior, recurriendo a lo que sea con tal de mantener su estatus de gran potencia por encima del bien y del mal.

Aunque sus movimientos políticos actuales sorprendan y no terminen de entenderlos incluso sus amigos de siempre, de lo que se trata, en definitiva, es de parar o retrasar su declive que todos saben, pero que nadie, empezando por ellos mismos, quiere reconocer y mucho menos aceptar.

Nadie en su sano juicio puede predecir cómo terminarán estos movimientos de un presidente y su corte de servidores, lo que es evidente es que las medidas y las propuestas no van encaminadas a equilibrar este mundo ya desequilibrado. Los aranceles, el incremento del gasto en armamento, la salida de EE UU de organismos sanitarios internacionales, la negación del cambio climático y la expulsión masiva de inmigrantes no detendrán la enfermedad del pueblo norteamericano.