Borrar
Los carneros de Panurgo

Los carneros de Panurgo

En la transición se otorgó a los partidos un poder omnímodo con la excusa de que, tras 40 años de dictadura, el pueblo debería ser pastoreado

Lunes, 2 de diciembre 2019, 08:17

Navegaba Panurgo hacia el país de Thalasse cuando, en disputa con un tratante de ganado que iba a bordo con él, decide comprarle un carnero. Acto seguido lo tira por la borda y el resto de ovinos del rebaño saltan también al agua con gran dolor de su dueño y alegría de Panurgo y sus amigos.

Congreso de los Diputados. Ha terminado el debate sobre un proyecto de ley presentado por el Gobierno. Se va a proceder a la votación. Sus señorías todavía no saben qué botón apretar. En la segunda fila del espacio habilitado para los diputados del partido que apoya al Gobierno se levanta la mano del portavoz, dedo índice arriba. Todos a una, sus señorías aprietan el botón del 'sí'. En el lado opuesto del hemiciclo, el portavoz del partido de la oposición levanta la mano con los dedos índice y medio arriba, todos a una, los señores diputados de la oposición proceden a apretar el botón del 'no'. Si algún otro portavoz de partido minoritario levantara tres dedos: índice, medio y anular, sus diputados se abstendrían. Más sencillo no se lo pueden poner a nuestros representantes, se ahorran el trabajo de pensar qué votar, cuando su portavoz levanta el dedo índice votarán 'sí', si levanta índice y medio votarán 'no', y si índice, medio y anular, abstención.

La Constitución garantiza la libertad individual de diputados y senadores. La garantía de dicha libertad individual continúa con la prohibición de que los miembros de las Cortes Generales, Congreso y Senado, estén ligados por mandato imperativo alguno, es decir pueden opinar y votar libremente según su propio criterio, aun cuando resulte contrario a los deseos de sus respectivos partidos o de los electores. Por último, dicha garantía se completa con la inviolabilidad constitucional de los senadores y diputados por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones, con la inmunidad procesal que impide ser detenidos, salvo caso de flagrante delito, y su inculpación o procesamiento sin previa autorización de la Cámara respectiva.

Los partidos se pasan por el arco del triunfo el mandato constitucional concerniente a la libertad individual de sus señorías, y los jefes políticos, que han jurado o prometido cumplir la Constitución, se convierten en perjuros al disponer este dislate. ¿Y los pastueños?, ¿los que votan a toque de campana, en este caso de dedos, no les da vergüenza? No, claro que no, fuera hace mucho frío, y saben que su rebeldía supondría de inmediato una multa, la que tuvieron que pagar nuestros diputados Garre y Pacheco por cuestión del agua al votar diferente al mandato del portavoz; y de persistir en el empeño, o si la votación fuera decisiva, la expulsión y el pase al grupo mixto, y seguro su exclusión en las próximas listas electorales.

¿Tiene esta burla constitucional remedio? Apunto dos soluciones con estrambote, la primera: cambiar el precepto por otro que diga más o menos: «El diputado o senador se debe al partido que lo colocó; por tanto, no podrá hacer otra cosa, aunque le pese, que votar lo ordenado, caso contrario perderá el acta que se considera propiedad del partido que se la dio». Parece un poco fuerte y concitaría serias críticas internacionales. Por tanto, creo mejor la segunda solución. Como los diputados votan siempre lo que dice el portavoz, suprimamos tanto escaño. Presidente, 'vice' y un secretario para la Mesa, líderes y portavoces para los debates, y algún diputado más para hacer bulto. Cada portavoz, al apretar el botón, computaría su 'sí', 'no' o abstención en función de los votos que el partido hubiera obtenido en las elecciones. ¿Se imagina querido lector el dinero que los contribuyentes nos ahorraríamos en sueldos, viajes, dietas, momios, sinecuras y mamandurrias?

En la transición democrática se otorgó a los partidos políticos un poder omnímodo con la excusa de que, tras cuarenta años de dictadura, el pueblo debería ser pastoreado so pena de errar. Yo creo, modestamente, que algo hemos aprendido en estos más de cuarenta años de democracia, y que esa tutela debe desaparecer de inmediato; distritos electorales más pequeños, listas abiertas, posibilidad de tachar nombres de candidatos. Así el elegido sabría a quien le debe el acta. Dejemos a Panurgo sin los carneros seguir su travesía.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Los carneros de Panurgo