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Hace unos días escuchaba en una radio unas declaraciones de la risueña ministra portavoz del Gobierno en las que destacaba la espléndida labor de gobierno que se había realizado durante su mandato, cosas excepcionales decía, como la subida de las pensiones, la subida del salario ... mínimo, las ayudas a las familias, el ingreso mínimo vital y unas cuantas subvenciones más y subsidios (cosas chulísimas dijo una ministra cursi) que ayudaban a los más desprotegidos a la supervivencia. Por eso no entendía que le hubieran dado un varapalo descomunal en las pasadas elecciones. La izquierda está dolorida porque no ha sabido comunicar el éxito de su gestión. Lo que no dijo la ministra es que para dar y regalar primero hay que tener, y para tener hay que gastar menos o endeudarse más o subir la recaudación impositiva. Y esto, endeudar y recaudar, hay que reconocerlo, lo hacen fenomenal. Más deuda y más impuestos parece ser el secreto de una buena gestión y planificación política que el votante debe reconocer y aplaudir –como lo hacen los socialistas cuando su amado líder se presenta ante el 'comitérn'– después de haber perdido unas elecciones de manera injusta. Emitir deuda es fácil y masacrar al contribuyente es un placer transversal y un derecho público. Lo de reducir el gasto, aunque solo fuera en sandeces propagandísticas, no merece la pena porque no es progresista, perjudica notablemente la estética social populista y la venta al por mayor. La política 'prêt-à-porter' con diseño minimalista popular y colorido que todos debemos comprar.
Si nos quedamos aquí podría salvarse un ejercicio político. Pero claro, la realidad obliga y no hay más remedio que descubrir todas las cartas. La inflación está destrozando la economía familiar liquidando los ahorros y la subida de los tipos de interés es la puntilla para los que con tanto esfuerzo se endeudaron para comprar un pisito para «desarrollar su proyecto familiar». Y para los que prefieren el alquiler, pues a compartir o a consumir la mayor parte del salario en el arrendamiento. Y, todo esto, sin tener en cuenta, como hace el Gobierno, a los que por desgracia viven en y del paro, sobre todo los jóvenes, cuyo problema no se resuelve con un cambio estético de palabras para seguir siendo lo mismo, sino con una política industrial que cree empleo y ponga las condiciones de estabilidad necesarias. Añadamos el precio de la energía: gasolina, gas y electricidad y tenemos la juerga completa. Que un gobierno progresista no se dé cuenta de que la mayoría de la población vive de milagro es, cuando menos, bochornoso. Y no, señora ministra, la economía en general no va bien y vender como excepcional lo interesado ocultando lo desfavorable no es más que un juego siniestro y mal intencionado al que ya solo juegan los acomodados de su partido.
Si todo lo han hecho tan bien por qué ni siquiera los pensionistas, los más favorecidos, les han votado. Porque la gestión tiene dos brazos: el económico, del que presumen, y el político. Y la gestión política la pretenden disimular con promesas vacuas e irrealizables como las de vivienda a cascoporro en un mes o entradas para el cine a los viejos sin subvencionar las palomitas y el refresco (lo más caro) o viajes juveniles en tren como si fuera la división azul. Cinco años han tenido para hacer algo y se han dedicado a manipularlo todo; la justicia, la educación, las instituciones, la ecología, la empresa, los hogares, las relaciones internacionales, las relaciones sociales, las relaciones sexuales, el feminismo, la historia... Ustedes no han gobernado, ustedes han enredado, desordenado y confundido a todos los españoles a la vez que organizaban un sistema ideológico particular que recoge cualquier reivindicación pero sin obligación de ejecutarla, es suficiente con anunciarla y empaquetarla en una caja vacía. Ustedes ni son la izquierda ni son progresistas, ustedes son unos tramposos y sus socios de coalición de la izquierda a la izquierda de la izquierda (hay que joderse) –si esto se puede llamar coalición, porque aquí cada ministro ha hecho sus leyes al tuntún y con la aprobación inepta de todo el gabinete– son unos incompetentes provocadores que han embarrancado la nave de la libertad y la justicia social en un charco de agua pestilente. Ustedes han cambiado el régimen constitucional de forma grosera, con cinismo y para una minoría. Ustedes han destruido el socialismo democrático y lo han cambiado por el social liberalismo anglosajón y protestante, capitalista y esquilmador en el que todo vale si me beneficia. Envueltos, eso sí, en la bandera verde de las multinacionales americanas de la conservación. España no puede ser más que los demás sin siquiera parecerse, antes hay muchas cosas que solucionar.
Y ahora, desaparecida la izquierda moderada, decente y eficaz, reprochan al electorado que ponga el Gobierno en manos de la ola reaccionaria, de la derecha y de la derecha a la derecha de la derecha o como resumen: las derechas extremas. Y el electorado les hará pagar su necedad y su culpa. O no. Esto solo lo sabe Tezanos.
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