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Dicen que la asignatura más importante de la vida es aprender a decir 'no'; sin embargo, hay una aún más importante, que es saber cómo no ser bueno, a tiempo. La vida está hecha de una forma que si tratas de no disgustar a nadie, ... si ahorras todo el sufrimiento, tratando de ser bueno a ultranza, se va haciendo una bola gigantesca de buenos sentimientos que, aunque los hagas con mala idea, al final arrolla a los que trataste por todos los medios de cuidar. Me ha ocurrido no pocas veces. No. Para circular por la vida sin causar grandes desastres hay que herir alguna vez a los demás, y el mundo no es bueno... ni es bueno que lo sea, y, menos, que lo parezca. El mundo, como toda obra maestra, es imperfecto, a Dios gracias, como la dictadura en nombre del proletariado dice ser perfecta. Por eso son excluyentes. El horror perfecto es indistinguible del paraíso perfecto, siempre entre las llamas o bien siempre entre nubecillas de anuncio de compresas, o de anuncio del Gobierno de España, da igual. Chesterton citaba como una de las virtudes de la corriente ideológica que fundó, el distributismo, la de ser imperfecta. Tan imperfecta que tenía tufillo socialista, pero sin ninguna ingeniería social, sin ninguna gana de meterse en las casas y en las mentes. Si el mundo fuese bueno, perfecto, sería más imperfecto aún y desde luego malísimo.
Por ejemplo el dueño de Mercadona, el señor Juan Roig. No me cabe la menor duda de que tiene razón la ministra Belarra cuando lo acusa de capitalismo despiadado. Como tampoco me cabe la menor duda de que sería infinitamente más abominable si la cosa fuera, por el contrario, de capitalismo piadoso. Ya existe el capitalismo piadoso, como existe el comunismo capitalista, y los círculos cuadrados: por ejemplo, el capitalismo del señor Bill Gates, y su inquietante fundación. Dedicado a buenas acciones como la carne de laboratorio hecha con células descontroladas para salvar todo excepto a los seres humanos, en nombre de la humanidad. Quien bien nos quiere nos hará vomitar. Espero que a Juan Roig, y aunque no lo veo con empaque para fumar puros, le guste, en cambio, el chuletón de animal antes vivo 'a la bombilla', violáceo; que Roig, en fin, sea un despiadado decente, como anuncia esa cara suya de pasarse las noches como en un óleo protestante de la escuela flamenca, recontando monedas de oro sobre un tapete de terciopelo. No me gusta Mercadona, pero porque lo que me gustaría es tener a mano la sección de comestibles de Harrod's. Ya solo vivo de nostalgias no vividas. Yo no sé si Mercadona, como sugieren desde el Gobierno, es cosa de ricos (diría que sí: los ricos, salvo raras excepciones, son bastante ratas y siempre se hacen comprar para su frigorífico las ofertas del súper); pero también compran allí, según he visto en mis inconfesables visitas a alguno de sus locales del señor Roig, una clase de 'ricos' algo más singular, aquellos que se bajaron de la patera dos tardes antes. No veo del todo escandaloso que el dueño de Mercadona quiera ganar dinero con su empresa hecha para ganar dinero (sobre todo si es sacado a los ricos agarrados) con tal de que no quiera salvarme al mundo.
Un par de salvadores de mundos más sobre el planeta, un par más de capitalistas piadosos y no tendríamos sitio donde escondernos.
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