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En esta página ya les he hablado de algunos problemas de la visión. De las cataratas y su solución con lentes intraoculares, o de la ... miopía, convertida en una epidemia en algunas partes del mundo. Pero el problema de los ojos por el que me preguntan más a menudo es la vista cansada, o presbicia.
A partir de los cuarenta y tantos años, se va notando la pérdida de la capacidad de nuestros ojos para enfocar objetos cercanos. La primera reacción intuitiva es ir alejando las cosas hasta que los brazos ya no dan más de sí. Entonces, con cierto pesar, y en general tras resistirse lo suyo, se tiene que recurrir a las odiadas gafas de cerca. La denominación de este problema en español es bastante poética, dando a entender que, tras muchos años de uso, ya estuviéramos cansados de mirar. Es, por otro lado, un término equívoco, pues nuestra concepción del cansancio es la de algo de lo que uno se recupera tras un descanso. Pero lo cierto es que de la presbicia no es posible recuperarse y, además, tampoco depende de haber usado más o menos nuestra vista.
Aparte de la obvia incomodidad de no volver a ver bien a todas las distancias, la llegada de la presbicia se recibe con cierta aprensión como adelanto del envejecimiento que anuncia. En la antigüedad, con pocos años de esperanza de vida, solo eran una minoría los que llegaban a sufrir la vista cansada por lo que históricamente se asoció con la vejez. Obviamente, en nuestros días es simplemente una afección de la edad adulta y la mayoría vive casi la mitad de la vida présbita.
El ojo está compuesto solamente por dos lentes, la córnea y el cristalino. Para que se hagan una idea, la cámara de su teléfono móvil tiene al menos seis lentes. El cristalino tiene la propiedad de cambiar su forma para enfocar objetos a diferentes distancias. A este mecanismo se llama acomodación, es rápido y tiene un gran rango durante los años de niñez y juventud, proporcionando una maravillosa visión bien enfocada a todas las distancias a las que se mire. Un niño de 6 años puede ver nítidos objetos casi pegados a sus ojos, a pocos centímetros de distancia. Sin embargo, esta capacidad de acomodación va reduciéndose continuamente y un joven de 20 años ya tendrá dificultades para ver objetos colocados a menos de unos 10 cm. Y al cumplir los 45, ya no podrá enfocar a menos de 30 cm. Es en este momento cuando se pone de manifiesto el problema de la presbicia. A partir de los 55 años el cristalino ya no es capaz de realizar ningún cambio de forma por lo que solo es posible ver bien a una distancia.
La presbicia es universal y afecta a todas las personas. Si se encuentran con alguien por encima de los 50 que les dice que no la padece, sepan que les miente o que no sabe de lo que habla. Lo que sí es cierto es que su impacto en la vida cotidiana difiere dependiendo del estado refractivo del ojo, es decir, si se llevaban o no gafas para ver de lejos antes de llegar a la presbicia. Las personas hipermétropes requieren más acomodación del cristalino para ver de cerca, por lo que son los que empiezan a notarla antes. Por el otro lado, los miopes, que ven bien de cerca, parecen sufrir menos la presbicia. Esto sin embargo es engañoso. Si llevan sus gafas de corrección, no verán de cerca, o lo harán quitándose las gafas de lejos. Cuando se suma la presbicia a otro defecto refractivo necesitamos tener dos gafas para corregir de lejos y de cerca. Una opción popular de corrección con una única gafa son las llamadas lentes progresivas que corrigen dependiendo de la zona por la que se mire. Otra solución se denomina monovisión y consiste en corregir un ojo para lejos y otro para cerca, bien con gafas o con lentes de contacto.
En todos los casos las soluciones son parciales y deberá encontrar la más adecuada para usted. Hay gotas que funcionan reduciendo el tamaño de la pupila y les pueden servir para alguna ocasión en la que sepan que habrá mucha luz y no quieran lucir las gafas. Y se ofrecen opciones de cirugía sustituyendo el cristalino por lentes intraoculares antes de que se tengan cataratas. El futuro nos deparará prótesis de cristalino que repliquen sus maravillosas propiedades de enfoque en la juventud, pero mientras tanto eviten los cantos de sirenas, sean prudentes y no dejen de seguir mirando.
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