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San Fernando vivía un boom industrial de astilleros y metalurgia pero él, Camarón, nació al otro lado. En las 'callejuelas'. José Monge jugueteaba en vías ... llenas de tierra y aire. Los ojos verdes. Rubio como las candelas. Su tío le dijo que parecía un Camarón. Y así se quedó. El hijo de la Juana escuchaba sus cantes, que se le metieron en la cabeza, con el ritmillo de las olas y el viento de la Isla. «Por la mancha que llevo en la frente, murmura la gente que soy pecaora».
El niño ayudaba al padre en la fragua pero a los siete años se queda huérfano y el rubio comienza a ganarse los cuartos cantando en las tabernas.
Por la Venta Vargas iba el chiquillo y Manolo Caracol le decía que alguien tan rubio no podía cantar flamenco. Clavaíto llevaba el desdén José, que tardó mucho en perdonar 'el feo'. Manolo se convirtió en su fan más empedernido. Lloraba al escucharlo. La emoción de su arte se le anudaba en la garganta.
Así era Camarón. Se rompía en cada 'Ay'. No dejaba nada para después. Aunque hubo mucho después. Las noches eran largas. Entre cante y cante, cigarrito y cigarrito llegaban las claras del alba. Rancapino y José son inseparable pareja artística en ese momento. Crece el cantaor en giras con Juanito Valderrama y Dolores Vargas. Ferias y festivales.
Camarón no para. Aterriza en el tablao Torres Bermejas donde cantará durante 12 años. Allí conoce a Lola Flores y Paco de Lucía. De ahí sale una película curiosísima: 'Casa Flora'. Indescriptible. También nace una larga relación con el guitarrista. Ambos eran unos chavales y crean un tándem perfecto. Grabaron muchos discos, dirigidos por el padre de Paco, que acoge a Camarón como un hijo. Paco y José siempre tuvieron una amistad preciosa, pero el de la isla era demasiado libre para vivir bajo el ala de nadie.
En uno de sus viajes a San Fernando conoce a La Chispa: «Qué gitana más guapa». Se deja a la novia paya y enamorado se casa en 1976. Tuvieron cuatro hijos. El gran amor de José fueron esos críos, que le preocupaban enormemente cuando el cáncer de pulmón le había echado la zarpa ¿Y qué va a ser de ellos?
En 1979 llega 'La leyenda del tiempo'. Un concepto de música completamente nuevo. Una revolución que mezcla a Lorca, el sonido Alameda, a Ricardo Pachón y hasta Kiko Veneno: «Volando voy, volando vengo, vengo».
Los gitanos regresaban a la tienda de discos: devuélvame el dinero, que esto no es Camarón. Los puristas enfurecidos y José tranquilo: «Al que no le haya gustado yo le digo que lo escuche otra vez».
Años después, 'Soy gitano' se convierte en el disco más vendido de la historia del flamenco. Acompañado de su Tomatito y con la colaboración de Vicente Amigo.
Camarón siempre tenía un cigarrito entre los dedos y la copita de whisky. Se dice que entraron en juego otras drogas durante un tiempo. Que lo superó. Estuvo condenado a un año de prisión por conducción temeraria y muerte de dos personas. No entró en la cárcel. El éxito le acompañaba fuera y dentro de España.
Los gitanos veían en él a un salvador. Alguien de su etnia que era adorado por todos los músicos del mundo, incluido Quincy Jones. Camarón era un dios que todo lo podía. Le acercaban a los niños para que los tocase. A los enfermos para que los sanase. José no podía con eso, le superaba.
Camarón gitano y flamenco. A veces regalaba su arte. En otras lo cobraba bien caro, o dejaba la plaza vacía porque se había acostado muy tarde y no podía con su alma.
Volvió a los orígenes para grabar 'Potro de rabia y miel' con su amigo Paco de Lucía y con Tomatito.
El cáncer de pulmón le devoraba, su estado era débil y muere con 41 años.
El entierro en San Fernando fue un sindiós de muchedumbres llegadas desde todo el mundo. Gitanos errantes en Cádiz decían adiós al patriarca que ellos eligieron. El ataúd volaba en las manos de sus porteadores y la bandera calé envolvía los restos de Camarón.
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