Secciones
Servicios
Destacamos
Canta Ismael Serrano que «si se callase el ruido oiríamos la lluvia caer, limpiando la ciudad de espectros». También percibiríamos aún mejor el esfuerzo heroico de nuestros sanitarios y de nuestro Sistema Nacional de Salud para atenuar las consecuencias de esta pandemia, salvar vidas y dejar atrás esta crisis global. Ya somos más de 3.000 millones de personas las que permanecemos en nuestras casas, y lo hacemos porque sabemos que con nuestro esfuerzo contribuimos a parar la tragedia, ganar tiempo, reforzar nuestros sistemas y, por fin, hallar una vacuna.
España tiene una tendencia enfermiza a la confrontación, al navajazo, a la mala hostia y al ruido... No es determinismo, en algunos momentos históricos hemos sabido superar nuestra maldición 'guerracivilista' para construir grandes proyectos conjuntos, pero siempre hay quien invoca a la maldición cainita que se nos aparece demasiado a menudo.
En la novela 'Eva', de Pérez-Reverte, una de las aventuras de Lorenzo Falcó, el policía portugués Vasco Almeida le dice al espía español: «Una guerra civil para cambiarle el color a una bandera es mucha guerra. Los españoles estáis majaras. Lleváis veneno en la leche».
A mí sí me representa el Gobierno, con sus aciertos y con sus errores. Me representa el actual como me han representados todos los gobiernos democráticos desde 1979. Por edad, me tocó vivir los últimos coletazos de un régimen autoritario que no quiero que vuelva, bajo ningún concepto. Por eso maldigo el «ruido de patriotas que se envuelven en banderas y confunden la patria con la sordidez de sus cavernas...». Yo repudio sus 'fakenews', sus mentiras e hipocresía.
Esta crisis demuestra el valor de lo colectivo. Los desafíos globales precisan de respuestas globales, de cooperación y unión, como también sucede con el cambio climático. No tiene sentido que cada país tenga que enviar sus aviones a todos los rincones del mundo para repatriar a sus ciudadanos, este debería de ser un esfuerzo europeo; y para los soberanistas de todo pelaje que ya afilan el antieuropeísmo, hay que recordar que quien limita estas acciones no son las instituciones comunitarias, sino las naciones o, mejor dicho, los dirigentes nacionalistas de las naciones europeas... Dirigentes que, como el ministro holandés Wopke Hoekstra, rezuman un rancio nacionalismo a la altura del de Santiago Abascal y su intolerante cruzada contra los inmigrantes, así como el nacional-regionalismo estrecho del cierrapatrias Quim Torra (y sus extraños aliados). Algunos están intentado pescar...
Sí, no tiene sentido que compremos solos, a pequeña escala, material sanitario, perdiendo capacidad de negociación y conocimiento sobre las redes de suministro globales. No parece acertado que compitamos para encontrar una vacuna, pudiendo cooperar, compartir conocimiento, sumar capacidades de producción y por tanto llegar antes y mejor. Hoy tampoco nos parece lógico que solo quien pueda pagársela acceda a la asistencia sanitaria... Debemos cuidar los unos de los otros, también de quienes recogen nuestra fruta y verdura o quienes han venido cuidando a nuestros ancianos, personas que en muchos casos vienen de otras latitudes y que sufren el rechazo mezquino y mediocre (por infundado) de una parte de nuestra sociedad. No es buenismo, es cooperación, estamos en el mismo barco.
¿Qué lecciones aprenderemos de esta crisis nosotros y principalmente los más jóvenes, a quienes les toca construir el futuro? ¿Afilaremos los cuchillos al calor del odio, el individualismo y la desconfianza, al grito de sálvese quien pueda? ¿O como pasó tras la segunda guerra mundial, y tras la dictadura en España, seremos capaces de apostar por una mayor y mejor gobernanza mundial, por pactos amplios –como los de la Moncloa en España– o como los que en Europa dieron luz a los 30 años gloriosos y a la construcción de los Estados del bienestar? Pactos, esfuerzos colectivos, que siempre han conducido a un progreso económico, social y tecnológico duradero y compartido. Yo siempre militaré en la causa de la cooperación, y trabajaré para que juntos, en base a lo aprendido, nos pongamos las gafas para ver de lejos y construyamos un futuro más perfecto y más solidario, que nos permita estar mejor preparados para las crisis que vendrán. Porque ahora sabemos que vendrán más cómo esta, o peores.
Es hora de centrarnos en el futuro, aprender de toda esta desolación, olvidar nuestras ruindades y empezar a pensar cómo juntos nos vamos a enfrentar a un futuro desolador e incierto como el que ya tienen muchos millones de compatriotas desempleados.
Estamos en tiempo de Semana Santa. Con independencia de las creencias de cada uno, en estos tiempos celebramos que la Vida siempre vence a la Muerte. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.