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Estas fechas festivas de cambio de año son propicias para revisiones de lo acontecido y pensar en lo que el futuro, obviamente siempre incierto, nos ... pueda deparar. La mejor manera de afrontar ese futuro es ir hacia él con una maleta imaginaria llena de ilusiones. Sin ellas, ni jóvenes, ni viejos, ni ricos, ni pobres son capaces de enfrentarse efectivamente al futuro. Sin duda, el día de hoy, cuando los Reyes Magos han llegado de madrugada a todos los rincones, tiene una gran importancia en nuestra cultura, muy probablemente por ser un generador de ilusiones. Aunque los Magos de Oriente se especializan en los niños, no viene mal que también los mayores podamos aprovechar sus poderes para renovar nuestras ilusiones.
Tengo el convencimiento de que tener ilusión es un elixir que resulta necesario para vivir. Las diferentes ilusiones son como asideros a los que nos agarramos para avanzar, y deberán estar situados en los lugares correctos para no desviarnos, o a lo peor, despeñarnos por la tristeza y la desesperación. La ilusión se define como la esperanza, con o sin fundamento real, de que suceda algo que se anhela y cuya consecución nos parece especialmente atractiva. Ante escenarios llenos de incertidumbre, el exceso de ilusiones puede convertirnos fácilmente en ilusos. Nunca he tenido muy claro si ser un iluso es algo bueno o malo. En general, el término se utiliza más en el sentido negativo para referirse a quien se ilusiona en demasía sin tener en cuenta la realidad. Quizás el equilibrio sea llevar un bagaje de ilusiones variadas, de las que parte de ellas se van alcanzando y otras renovando. Si me forzaran a elegir, creo que yo preferiría ser un iluso, aun entendiendo que la realidad me desmontará persistentemente muchos de mis anhelos. Mucho mejor ser un iluso, utópico y soñador que alguien especialmente realista o prosaico.
Pero ¿qué es lo que nos ilusiona? Ciertamente esto parece variar ampliamente de unos a otros. No hay un patrón único, ni unas pautas que indiquen en qué consiste una buena ilusión. Como este tema me ha interesado desde hace tiempo, cuando he tenido ocasión he indagado de la manera mas discreta posible sobre qué ilusiona a alguna de las personas con las que tengo trato y una cierta confianza para preguntar. En otras ocasiones, incluso con desconocidos inquiriéndoles indirectamente. Suele ocurrir que muchas respuestas se refieran más a deseos vitales, como alcanzar mejoras económicas, mantener una buena salud o estabilidad en las relaciones personales. Pero no son esas en realidad las ilusiones que sirven de auténtico motor. Para que una ilusión sea útil, tiene que proyectarse más allá de una cierta normalidad, ser ambiciosa, rozando lo que pensamos inalcanzable, pero sin llegar a ser imposible para que nuestro empuje hacia su consecución se mantenga en el tiempo.
Mi sensación es que muchas de las ilusiones más poderosas tienen en común la búsqueda de la belleza. Hasta el punto de que es posible que esa sea una de las fuerzas más intensas que dirijan nuestras vidas. La belleza es la cualidad de objetos, o personas, que por la perfección o armonía de sus formas nos complacen a la vista, el oído, o al espíritu. El estudio del significado de la belleza ha ocupado a estudiosos a lo largo de la historia, pero me manifiesto ignorante en la materia y prefiero entenderlo de un modo amplio.
Como en esta tribuna ya me he desnudado algunas veces, obviamente en sentido figurado, no me da rubor compartir con ustedes un par de ilusiones personales que quiero renovar para este nuevo año. En varios de los estudios que estamos realizando en el laboratorio, tenemos resultados disjuntos que vamos completando sobre el funcionamiento del ojo. Sueño con encontrar un marco, que, de manera armónica y bella, vaya incorporando resultados aparentemente desconectados hasta que encajen. En otro ámbito, tengo la ilusión de construir un gran jardín con un distribución y armonía similar a los parajes más bellos de la Toscana italiana. Tengo las imágenes en mi cabeza, y la ilusión de ir creándolo aquí poco a poco.
Mi deseo de año nuevo para ustedes, queridos lectores, es que incluyan en sus vidas bellas ilusiones. En función de sus intereses y situación, busquen en su interior qué tipo de belleza prefieran cultivar. Preparen el objetivo deseado y comiencen a dar pasos en la dirección adecuada para conseguirlo. Mientras tanto, disfruten tanto como puedan de la belleza que ya les rodea, olores, flores, caras, músicas o arte.
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