Secciones
Servicios
Destacamos
La política es eso que sucede mientras nuestros representantes aparentan esfuerzos legislativos y discusiones por nuestros derechos y necesidades. El diablo está en el detalle. Los lapsus freudianos, las simbólicas puestas en escena, los casuales comentarios al margen evidencian la sustancia. El discurso oficial diario es un guion, agenda marcada por gabinetes de prensa, factoría de ficción. Debatimos entretenidos y los tramoyistas gestionan escenografías ya caducas y pensadas para el camuflaje. Mientras los pobres mortales andamos preocupados y discutiendo por la segunda ola, la arriesgada vuelta al colegio, la creciente ocupación de las UCI, el miedo por nuestros mayores, con indefensión aprendida ante la crisis de los ERTE, suertes y muertes que nos abisman, en el Olimpo del Congreso, sus deidades bailan con sus mascarillas.
Parece un guiño que el Teatro Real de Madrid inaugure su temporada con 'Un ballo in maschera' de Verdi. El libreto censurado originalmente se basaba en la conspiración en 1792 de parte de la nobleza sueca para asesinar al Rey Gustavo III de Suecia y así cambiar la Constitución. Se culminó el magnicidio trece días después de ser herido mortalmente en un baile de máscaras en el Teatro Real de Estocolmo. El programa de mano repartido en el Real de Madrid, que emocionaría a más de un 'lazi', rezaba: «Gustavo III se presentaba como un soberano ilustrado, muy popular pero enemistado con la nobleza por intentar reducir sus privilegios, hedonista, libertino, sin escrúpulos morales, borracho de poder y bailando al borde del precipicio con consecuencias fatales».
Resulta curioso que, cuando pisamos podio de peores países en muertes/100.000 habitantes y caída del PIB y cuando nuestros compartimentos del Titanic van anegándose, nos hayan entretenido con un '¿Dónde Está Wally?' versión Emérito que a nadie importaba hace un año. Ahora parecemos cautivados por los Corina, Villarejo, cuñado de Palmarés, demás lindezas y escándalos que se exhiben en un tablero de ajedrez con un Felipe VI que diligentemente va salvando los jaques. Mientras tanto, un 'por cierto' desliza y normaliza incongruentes indultos, la separación de poderes que se muestra como espejismo reflejando el narcicismo presidencial, un 'decisión bien tomada' de la vice enjuicia sumariamente sin motivación el desplante al Rey asoman como puntas de iceberg. Más explícito, con moño de islote mayor, Iglesias anunció, con vieja fórmula de manipulación de clamor popular, su fundamento de derrocar la monarquía. Muy coherente, pues el bolchevismo nunca consideró a los pobres más que como medio para sus propósitos de poder. Como en 'Un ballo in maschera', ya advirtió al Rey con su regalo de Juego de Tronos.
Tal vez, como buenos marineros que sortean arrecifes ante islotes aparentemente desconectados, estaría bien ser conscientes de que lejos de nuestras preocupaciones ellos están en su baile de mascarillas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.