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En 'Aventuras de una peseta' (Renacimiento), Julio Camba se pasea por Europa. Él está más gordo y Alemania, más flaca. Son los años 20 y los países visitados están empobrecidos por la Gran Guerra. La peseta es entonces ese 'give me two' con el que años después los españoles se pavonearán en Nueva York. Camba, disponiendo de una catedral gótica y de la levita de un gerente de hotel como materiales, prefiere la levita. Pero su paso por Italia sí lo hace entusiasta «coleccionista de paisajes». Desde hace 20 años, la peseta es extranjera en España, una refugiada con el visado a punto de caducar. Un cine de Madrid, el Artistic Metropol, va a permitir hasta el 31 de marzo comprar entradas con pesetas (el Gobierno ha puesto como fecha límite para cambiarlas el 30 de junio). Creo que tengo suficientes pesetas metidas en una hucha de Ruperta para ver películas. No sé, quizá mañana escriba el artículo en una Royal 10 de los años 30. Vamos, anda.
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