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La Atención Primaria está que arde en toda España. Si bien el epítome del incendio actual es la Comunidad de Madrid, cuyos profesionales de Atención ... Primaria están convocados a una huelga indefinida desde el 21 de noviembre pasado, la sensación de hartazgo entre el personal de estos servicios es generalizada en todo el territorio nacional. No resulta ajena a esta marea la Región de Murcia, donde la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública no duda en calificar como «irreales y engañosos» los presupuestos para Atención Primaria anunciados por el Gobierno regional para 2023.
¿Qué nos dicen los datos acerca de la situación de los servicios primarios de salud en España y en la Región de Murcia? Ceñiré el análisis al último año –2020– para el que se dispone de información concerniente a los recursos materiales, humanos y financieros de todas las Comunidades Autónomas (CC AA). Las fuentes utilizadas para extraer esta información son el Sistema de Información de Atención Primaria y la Estadística de Gasto Sanitario Público, ambos accesibles en abierto en la página web del Ministerio de Sanidad.
La consulta de las citadas fuentes revela, en primer lugar, un déficit de infraestructuras asistenciales en la Región de Murcia, como pone de manifiesto una ratio de centros de salud y consultorios por cada 100.000 personas asignadas a los médicos de familia y pediatras notablemente inferior a la media nacional (17,91 frente a 28,35). Siendo, además, la población atendida por la Atención Primaria regional, en términos relativos al total de población, superior a la media nacional (98,34% frente a 97,87%). Este déficit se extiende también a los recursos humanos, constatándose una menor proporción de profesionales de medicina familiar y de enfermería, dentro de los equipos de Atención Primaria de la Región de Murcia, en comparación al conjunto nacional (casi dos puntos porcentuales menos en el caso de enfermería). Relacionando ambos elementos –plantillas y población asignada– resultan unas ratios de personas asignadas por médico de familia (1.451) y profesional de enfermería (1.733) significativamente superiores al promedio nacional (1.345 y 1.509, respectivamente). Por último, en términos de recursos financieros (ejecutados, no simplemente presupuestados), el porcentaje de gasto sanitario público destinado a los servicios primarios regionales en 2020 (14,9%) es superior al del conjunto nacional (14,3%), si bien, como ponen de manifiesto las cifras anteriormente comentadas, ese algo mayor peso del gasto en Atención Primaria en la comunidad murciana no se traduce en una convergencia en las ratios de centros y personal con la media nacional.
Puestos de manifiesto los desequilibrios que acucian a la Atención Primaria en la Región, hay que subrayar que la necesaria mayor financiación que sin duda esta precisa es únicamente una condición necesaria, pero no suficiente, para afrontar los retos que tiene ante sí, cuya superación pasa ineludiblemente por una estrategia concertada a nivel nacional, que involucre a Estado y CC AA en materia no solo de infraestructuras, equipamientos y recursos humanos, sino también de planificación, gestión y organización de todo el sistema. Dicho de otra forma, cierto es que hay que asegurar que se produzca un avance, para el conjunto de las CC AA, de la participación relativa del gasto en Atención Primaria en el gasto sanitario total –participación que ha retrocedido aproximadamente dos puntos porcentuales entre 2002 y 2020–, pero igualmente hay que asegurar que dicho avance sirva al propósito de definir un modelo de integración de la atención sanitaria y social, con un enfoque de promoción y desarrollo de servicios comunitarios, situando a los pacientes, familiares y cuidadores informales en el centro de la atención. El impulso de este modelo representa un cambio de paradigma en el modo de encarar la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, estrechando la colaboración entre los equipos de Atención Primaria y comunitaria, los servicios sociales y los agentes locales.
El desafío es colosal, pero no hay alternativa ante la perspectiva de una sociedad cada vez más envejecida, cuya mayor longevidad, desde hace unos años, se ve acompañada, por desgracia, también de una mayor morbilidad y discapacidad. No hay otra que robustecer y reformar en profundidad la Atención Primaria si queremos afrontar con garantías de éxito la gestión de la cronicidad y la dependencia de nuestras poblaciones, presentes y venideras.
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