Los arrepentidos

Hay mujeres que me interesan. Lo que digan o escriban. Unas más que otras. Joan Didion, menos; Janet Malcolm, más. Elizabeth Duval, nada; Amelia Valcárcel, mucho. Mi intelectual favorita es Candela Peña. Le recuerda Luis Martínez cuando pidió trabajo en los Goya («En qué hora se me ocurrió decir aquello...»). También se arrepiente de haber usado el término feminazi, aunque recuerda que hay que cambiar un modelo de siglos. «Pero sin hacer la guerra contra los hombres porque... son los que mandan y vas a perder». Ay, Cayetana. Pero en el negociado del arrepentimiento, lo más extraordinario ha sido lo de Ramón Espinar. Isabel San Sebastián le recordó en Telecinco que alentó el acoso que sufrió en Telemadrid. Que incitó a la gente a que le montaran pollos en la cafetería de la cadena. A ella y a Herman Tertsch. «Ahora no lo haría... Uno tiene derecho a aprender». Qué cosas. Quien parecía el más cipotón de la pandilla es el único que ha aprendido.