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Desde la pasada noche electoral del 10 de noviembre, analistas en la Región, pero sobre todo fuera de ella, en canales, cadenas y plataformas de comunicación de alcance nacional, vienen haciendo aseveraciones, algunas temerarias, sobre los resultados electorales en esta circunscripción.
Como mantenía hace poco en un artículo para 'La Verdad', y como publicamos desde el Cemop en su momento, esta elección en Murcia no ha supuesto cambios estructurales en el voto, sino un realineamiento en el espacio de la derecha política, el cual, en todo caso, no afecta al esquema de predisposiciones latentes que sigue teniendo en la Región un fuerte componente ideológico.
¿Es hoy Murcia más de derechas que hace seis meses? No. En abril de 2019, la derecha tuvo un porcentaje de voto del 61,1%, 473.000 electores y 6 escaños; este pasado domingo ha obtenido el 61,9% del voto, 441.000 electores y los mismos 6 escaños. En el caso de la izquierda, en abril consiguió el 35,1% del voto, 270.000 electores y 4 escaños; el domingo, el 35,5% del voto, 253.000 electores y los mismos 4 escaños que en abril. Primera evidencia, por tanto, el voto, al menos en términos agregados, no cambia de espacios, sino que se redirige a la oferta más atractiva (que mejor interpreta el marco de la campaña) dentro de los espacios ideológicos de referencia cada elector.
¿Y si analizamos la estructura del comportamiento electoral, no desde una perspectiva agregada, sino individual, se podrá observar alguna evidencia que contraponga la hipótesis anterior? ¿Habrá en la Región el supuesto travestismo ideológico que algunos líderes de Vox esgrimen como fuente de alimentación de electores para su partido provenientes del PSOE? Y, si eso fuese cierto, y dado que el PSOE no redujo su caudal electoral, ¿habrán compensado esa fuga hacia Vox los electores (también supuestos) de izquierdas que tenía Ciudadanos y que ahora habrían ido al PSOE? Pues lamentándolo mucho, todas estas teorías, al menos en Murcia, no tienen cabida: ni ha habido una transferencia relevante de votos de izquierda a derecha (ni de derecha a izquierda), ni los electores de Ciudadanos se fugaron al PSOE porque en realidad eran socialdemócratas disfrazados.
Para empezar, ¿en qué se cimenta el triunfo de Vox en términos de comportamiento? En tres factores. En la alta fidelidad de su voto de abril, que le proporciona cerca de 135.000 de sus electores actuales. En la captación muy relevante de los otros dos partidos del bloque, que le suponen en términos netos unos 27.000 electores del PP y unos 20.000 de Ciudadanos. Y en la maximización del voto abstencionista de abril y de los nuevos votantes, hasta alcanzar más de 16.000 electores por esta vía. Las transferencias desde el PSOE, e incluso desde Unidas Podemos, son mínimas, de dos mil electores en su conjunto.
¿Cómo puede ser que el PP transfiriendo tanto voto a Vox mantenga e incluso mejore sus resultados de abril? Porque en realidad su estructura de voto apenas se modifica en términos agregados. Todo lo que expulsa hacia Vox lo recupera vía Ciudadanos, que le manda más de 25.000 votos, y casi todo lo que se deja en la abstención de noviembre lo compensa con la activación del voto de pertenencia que no se había movilizado en abril.
¿Eran los electores de Ciudadanos socialdemócratas encubiertos y su derrota en la Región viene marcada por el pacto con el PP en el Gobierno regional? Nunca lo sabremos. Si era así, sería el tercio de electores (unos 48.000) que habiendo votado en abril decidieron abstenerse en noviembre en lugar de votar al PSOE. De los otros dos tercios restantes, uno repitió su voto hacia Ciudadanos (53.000), y el tercio que se transfirió lo hizo fundamentalmente al PP, también fuertemente a Vox y ligeramente al PSOE (menos de 6.000 electores).
En definitiva, la única tesis verificada es que ha habido un realineamiento, posiblemente más coyuntural que estructural, en el marco de los partidos de la derecha. Y que sus resultados se explican porque los electores de ese espacio recompensaron a quien entre sus referentes ideológicos mejor interpretó el 'tema' de la campaña y el 'humor' de sus conciudadanos. Los trasvases entre estos tres partidos fueron constantes, con un ganador neto que ha sido Vox, un perdedor, Ciudadanos, y un PP que renueva su estructura interna, transfiriendo más de 33.000 electores a otros partidos del sistema, pero recogiendo más de 38.000 también dentro del sistema.
Todo apunta a un sistema en transformación. Esta elección no será la última en la que la derecha sufra otra vez fuertes procesos internos de transferencia, y por tanto es más que probable que volvamos a hablar de la 'excepcionalidad' de la circunscripción de Murcia.
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