La Unión, tiempos para la esperanza
Tercer milenio ·
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Tercer milenio ·
El certamen flamenco había entrado en una etapa peligrosa, en un cierto declive, algo que todos los expertos y observadores foráneos independientes veíanRegreso de La Unión. Con el Festival Internacional del Cante de las Minas acabó mi verano flamenco. En años anteriores me quedaría aún el festival Flamenco on Fire en Pamplona, un festival joven pero que en pocos años, apenas diez, ha conseguido situarse entre los ... más conocidos dentro de este género. Pero ya no iré este año. Lo hice durante las ocho primeras ediciones. Después de los malos años de la pandemia se está reorganizando y regresando a su esplendor. Pero ya no hay casi nadie de los amigos que lo pusieron en marcha. En fin, todo tiene su tiempo.
De manera que con La Unión acaba mi verano flamenco. He estado en varios certámenes, el anterior en Lo Ferro, un festival que crece con inteligencia desde hace años. Pero ahora quiero hablar de La Unión, del Cante de las Minas. Muchos saben que por los cambios políticos tras las elecciones del 28-M el municipio y el festival inician una nueva etapa.
El certamen flamenco había entrado en una etapa peligrosa, en un cierto declive, algo que todos los expertos y observadores foráneos independientes veían desde hace años, aunque desde dentro no se quisiera ver. No es la primera ocasión que este festival, el primero del mundo como concurso, entraba en una etapa de decadencia, y luego volvía a recuperarse y a regresar a su esplendor.
Este año parecía, por lo tanto, un año de transición, la programación estaba ya cerrada por la dirección anterior, lo que es lógico. Con claroscuros, esta edición no ha ido mal artísticamente. Y mucho público, con alegría en el ambiente de nuevo. Donde más ha podido incidir la nueva dirección ha sido en las actividades culturales paralelas.
En definitiva, se vislumbran luces en el camino. El nuevo alcalde de La Unión, Joaquín Zapata, es flamencólogo y parece dispuesto a abrir el festival a asesores conocedores de este mundo, y no solo de dentro. Si eso se hace bien, si se deja atrás cierta soberbia, a veces algo ignorante, pero también los complejos, puede haber un futuro esperanzador y una vuelta al esplendor. Hay que dar un margen de confianza. Como digo, los primeros gestos –y sobre todo, la actitud– son esperanzadores. Y una pregunta para acabar: ¿para cuándo las producciones propias en el festival?
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