Taylor Swift y yo

A mí me ocurre con esta señora como en esa frase sobre el periodismo que se atribuye a Chesterton: «El periodismo consiste en decir que 'lord Jones ha muerto' a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo». Pues bien, estos días han contado 'urbi et orbi' todo sobre Taylor Swift a una persona –yo– que no sabía que la Swift existía. Sí, ya sé que muchos y muchas pensaréis que estoy bromeando, que ironizo, que me hago el tonto (más de lo que soy), pero no, juro por lo más sagrado (el Real Madrid) que hasta hace unos días, no es que no supiera mucho sobre ella, es que no sabía que existía.

Pero no lo digo con orgullo, al revés, lo digo con vergüenza. ¿Cómo es posible? Veo noticias, leo periódicos, hablo con gente... Y no es que yo me ponga estupendo diciendo que solo veo documentales de La 2 (que los veo) o que solo leo a Platón. Al contrario: conozco casi todo el repertorio de Manolo Escobar, incluida '¿Dónde estará mi carro?'. Conozco a Rosalía y además me gusta. Sé quién es el gran Nadal y el gran Alcaraz, Mercé y Manolo Caracol, he oído hablar de Sánchez y de Puigdemont. ¡Sé hasta quién es Pedrerol y su famoso 'Chiringuito'! En fin, no soy un psicópata social. Pero de esta tal Taylor no sabía nada, ni que existía. Tengo que hacérmelo mirar.

De aquella cantante española que el año pasado –no este– quedó muy bien en Eurovisión –ahora no recuerdo su nombre– apenas sabía nada, no le ponía cara, pero me sonaba algo. Después del concurso televisivo ya le puse cara y hasta culo, que era en su actuación tan visible como la cara, o más. Tendré que hacer un máster sobre la Swift. Me siento avergonzado. ¡Por favor!