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El arte moderno, con frecuencia, ha querido ser testigo de su época e, incluso, ha querido tener capacidad de transformación, y no me refiero a ... una transformación emocional: esa se le supone siempre al arte, una gran obra puede conmovernos y hasta transformarnos por dentro. Pero ahora me refiero a su capacidad de transformación social, cultural y hasta política. En cierto modo es una contradicción con la sentencia de Lessing en su 'Laocoonte' en el sentido de que el verdadero arte no puede estar al servicio de la religión o de la nobleza (como ocurría en aquel momento, siglo XVIII), sino que debía ser por sí mismo, arte libre de cualquier filiación. Sin embargo, el arte moderno se ha desarrollado en ambas orillas: libre de toda filiación, pero, también, por así decirlo, comprometido.
Todo esto viene a cuento porque en la galería Arquitectura de Barrio puede visitarse estos días una interesantísima exposición de la artista multidisciplinar Concha Martínez Montalvo llamada 'Las Resilientes'. La autora, madrileña, pero afincada en Murcia desde hace muchos años, tiene una larga trayectoria de observación de la realidad para, si no cambiarla, al menos, hacerla visible a través de su obra, que en este caso aborda desde la cerámica a la escultura o el bajorrelieve. La exposición, hecha de piezas actuales y de otras provenientes de otros de sus proyectos (con el acento en el reciclaje), está dedicada a la mujer.
Sin embargo, no es propiamente feminista en un sentido contemporáneo lo que hace Concha, es más bien una forma de dar voz a mujeres que resistieron, que mostraron su resiliencia contra viento y marea, con todo en contra. Fueron, más allá de un feminismo formal o teórico, feministas sin saberlo, posaron su estar contra todo, fueron una especie de heroínas. Desde mujeres pioneras de la antigüedad a mujeres que sufrieron en la primera revolución industrial hasta el pastoreo o la imposibilidad legal de heredar tierras. En fin, Martínez Montalvo las muestra, las hace comparecer sin necesidad de más peroratas.
La autora, tanto como profesora como artista, además de las disciplinas más tradicionales, ha abordado otras más filoartísticas, por así llamarlas, como la joyería o la cerámica. Esta, la cerámica, le atrae, entre otras razones, porque es una manera de tocar la materia, en un tiempo, además, en el que la gente no se toca, el tacto está mal visto, como ella misma comenta en una entrevista en este periódico con Natalia Benito. Excelente muestra.
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