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Pedro Sánchez ha vuelto a poner de moda la vieja epístola, o la simple carta cuando se escribían cartas a mano con un sello de una peseta, o de cinco, y se enviaban a la novia o a los padres desde Alemania. Pero si de ... verdad nos ponemos a pensar en el asunto no es internet el que acabó con la epístola o con el sello de correos con la cabeza pelada de Franco. En realidad, lo que comenzó a acabar con la carta y hasta la conversación cara a cara fue el teléfono, que es un invento muy anterior.
Y si bien nos fijamos, internet y el correo electrónico lo que hicieron fue retornar a la costumbre de escribir. Es cierto que el 'email' servía y sirve mayormente para asuntos de urgencia o administrativos, pero al fin y al cabo no dejan de ser 'cartas', escritura. Pero lejos quedaban las epístolas valiosas entre escritores o artistas, de un valor literario o artístico en sí mismas; y lejos quedan las cartas que traía el cartero a la paciente madre que esperaba noticias del hijo emigrado a Francia o a Barcelona. Y no digamos nada de esas tiernas y ripiosas postales que mandaba el novio a la novia desde la obligatoria 'mili', el servicio militar. Por ejemplo, esta:
«Un pajarillo cruza
volando la linda mar,
y en su pico va diciendo
te quiero María Pilar».
Tu novio, José Rodríguez López.
Cabo en los Regulares de Melilla.
Pero bien, decíamos que al presidente del Gobierno, señor Sánchez, le ha dado por enviar cartas a la paciente ciudadanía. Debo decir que a mí no me ha gustado esta insistencia epistolar del Presidente. Dejemos aparte la enviada tras los días de reflexión. Pero la segunda me parece un exceso. Está claro que la señora Begoña Gómez es solo un 'utensilio' electoral en todo este enredo. Al PP le da igual la señora Gómez, que es solo un medio para derribar a Sánchez (aunque las cartas de Gómez, parece que es una costumbre familiar, no tienen un tufo muy estético, pero judicialmente quedarán en nada) y Sánchez utiliza esto para mejorar en las elecciones. Ya veremos qué pasa, no sabemos a quién le saldrá el tiro por la culata. Cuando este artículo se publique ya sabremos quién ha ganado las europeas. Mientras tanto, los ciudadanos están hartos y agotados. Y Puigdemont que no para.
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