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España siempre ha sido un enorme patio de picaresca: ancha es Castilla. Y así esa es una costumbre muy amplia y arraigada o, tal como se dice hoy, transversal, lo mismo da que sus practicantes sean murcianos (cuidado con confundir con murcios) que de Guadalajara, ... Sevilla, Barcelona, Valladolid o Bilbao. Digamos que, como cantaba Manolo Escobar, podemos incluir a «los cuatro puntos cardinales que forman el escudo y la bandera de mi España», o algo así, que no conozco a fondo su obra musical y literaria.
Ahora anda por ahí como indigno heredero de tan pía tradición el tal Koldo, que es navarro, pero el asesor y 'partetroncos' tiene grandes precedentes, bien que sean literarios. Ahí están Guzmán de Alfarache, primero truhán y después moralista, don Pablos, Rinconete y Cortadillo o el Lazarillo, que robaba las uvas al pobre ciego. El también guardaespaldas Koldo robaba –supuestamente–, pero siempre con mascarilla puesta para no 'contagiar' a nadie, salvo a sus familiares y allegados, a los que estaba encantado de contagiar.
Tengo especial predilección por los jóvenes murcios ( ladrones, rateros, de ahí tal vez la fatal confusión entre pícaros y murcianos) Pedro del Rincón y Diego Cortado, rebautizados por Monipodio como Rinconete y Cortadillo. Monipodio, en los albores del siglo XVII, era el gran pope sevillano de la mangonería organizada. Aquello era una verdadera cofradía, y Monipodio su gran Hacedor, padre y mandamás que controlaba todo. Devoto, que prohibía a sus secuaces robar en viernes o yacer con mujer que se llamara María: a la Virgen se la respeta siempre.
De aquellos tiempos es la superviviente expresión 'a Dios rogando y con el mazo dando', con la que el socarrón Cervantes retrataba la doblez moral de la bulliciosa y rica sociedad sevillana de su tiempo. En fin, aquellas cofradías de rufianes –claro precedente de la gran mafia siciliana o napolitana–, cerradas solidarias entre el colectivo rufianesco, estaban gobernadas por verdaderos señores, que sabían poner una vela a Dios y otra al diablo.
Sin embargo hoy los carteristas, enmascarados o no, no tienen nivel moral ni técnico, van a saco. Tiene razón el señor Aznar: España se rompe, España se precipita hacia una oscura decadencia. Con esta picaresca actual no vamos a ninguna parte. Con estos rateros no surgirá un nuevo Cervantes que escriba otra 'Novela Ejemplar' para describir los vulgares patios de Monipodio de nuestros días. La patria languidece con el poco nivel de sus trileros contemporáneos. Amén.
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