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Hace unos días participé junto al excelente poeta y periodista de origen murciano Antonio Lucas en un diálogo en la Universidad de Murcia sobre periodismo y literatura. En realidad este debate, tan enriquecido con las palabras de Lucas, se debía de haber celebrado hace más ... de un año, dentro de un ciclo sobre el tema organizado por la profesora y escritora Charo Guarino, pero las circunstancias familiares y profesionales de Antonio habían ido retrasando el encuentro hasta ahora.
La espera mereció la pena. Tanto Lucas como yo mismo esbozamos algo sobre las dos disciplinas y de historia sobre la mezcla en algunas crónicas, artículos o reportajes de ambas formas de utilizar la palabra y la narración: las influencias mutuas. Yo lancé de entrada una especie de titular: el periodismo literario es, simplemente, el buen periodismo, con todas las matizaciones necesarias. No se trata de escribir con un libro de citas literarias delante, o de incluir unos versos. Eso puede acabar siendo una cursilería o, en cualquier caso, se nota mucho lo artificioso de esa forma de proceder. Al buen periodista la cultura se le nota en su forma de escribir, no tiene que hacer exhibicionismo de lo que sabe.
Pero, como era de esperar, el diálogo fue deslizándose hacia el periodismo en general, sobre todo a partir de las preguntas del público. Se podría decir que nunca han sido buenos tiempos para el periodismo. La libertad de prensa o la labor de Pepito Grillo de ésta nunca ha tenido buena consideración entre los diversos poderes. Pero es verdad que la llegada de lo digital, o de las redes, ha aumentado la facilidad para mentir o para el pseudoperiodismo. Son momentos especialmente críticos para la buena prensa, que ha perdido eco e influencia.
Como dijo Antonio Lucas respondiendo a una pregunta del público, frente a la prensa seria (que puede defender posiciones conservadoras o más socialdemócratas, eso da igual si su posición es clara y los datos objetivos están presentes en su quehacer) existen hoy pseudo eriódicos digitales alimentados, incluso económicamente, por una determinada facción política. Esa facción política abandonará a ese pseudomedio cuando ya no le interese mantenerlo, pero para entonces el 'trabajo' está realizado, 'el daño ya está hecho'. Cualquier periodismo, y también el buen periodismo literario, narrativo, puede romper todos los esquemas tradicionales que quiera, pero no debe traspasar la línea roja de la verdad. En fin, el debate fue muy bien, pero los tiempos para el periodismo no tanto.
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