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Entre los partidos políticos hay ciclos, sin duda, y cuando un partido padece en contra uno de esos ciclos, su caída, hasta el nuevo ciclo, será irreversible, ya pueden cantar misa sus líderes. Se acabó y se acabó. Pero ese fenómeno cíclico suele ocurrir entre ... los viejos partidos, los de más larga consistencia, como PSOE o Partido Popular, en el caso español.
Pero hay otros partidos emergentes, nuevos o sobrevenidos en los que lo que se da es una especie de moda, más que un ciclo. Irrumpen con fuerza, hasta con furia, nacen, recorren un veloz camino vertiginoso, jalonado de éxitos muchas veces, y como ríos bravíos, van a dar a la mar, sin que sepan que ello (porque no recuerdan a Jorge Manrique) «es el morir».
Ahora asistimos a las definitivas exequias del partido Ciudadanos; como se diría, una muerte anunciada desde hace tiempo, desde que Albert Rivera, entre el ego y el mal cálculo político, diera un sonoro gatillazo táctico y estratégico y se retirara a sus aposentos en compañía de la famosa cantante Malú, sobrina del gran Paco de Lucía. Rivera tiene buena cabeza, es brillante hablando y fue gran parlamentario. Sus errores se entienden por ello menos todavía. Pero dejó otros líderes valiosos, como la señora Arrimadas. Pero la moda había pasado y nadie quiere luchar por una camisa pasada de moda que meses antes todos querían comprar hasta agotar las existencias.
Además de errores, a Rivera lo penó la soberbia. ¿Pero es que nadie recuerda que Ciudadanos fue heredero, y enterrador, de UPyD, al que se zampó cuando se acabó la moda de la un poco ridícula Rosa Díez, con sus mohínes, sin que nadie recordara que antes fue miembro (o miembra) de un Gobierno PSOE-PNV? Hasta que perdió todas las batallas internas en el PSOE. Pero la moda UPyD se desmoronó cuando irrumpió la moda de Ciudadanos.
Y ahora desaparece Ciudadanos y se desmorona poco a poco Podemos. El partido de Pablo Iglesias, aprovechando el fenomenal 15-M, quiso ser situacionista a lo Debord y también comunismo de 'consejos' a lo Rosa Luxemburgo, pero acabó siendo viejo Comité Central dictador. A sus errores se unió la soberbia y el ego. Y en esas estamos, con Vox cabalgando el poder.
Solo uno ha ido cambiando el montiel de su caballo sin pudor, el ¿actor? Toni Cantó. ¿Sigue Cantó 'salvando' el idioma español a la sombra de la señora Ayuso? Ya no. De oca a oca y tira porque le toca.
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