Otra leyenda del tiempo
Tercer milenio ·
La realidad es que se había envenenado. La vida ya no le interesaba, no tenía sentido para ellaSecciones
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Tercer milenio ·
La realidad es que se había envenenado. La vida ya no le interesaba, no tenía sentido para ellaSobre la alfombra gris, algo desgastada, hay una muñeca de no gran tamaño. Tiene los brazos quebrados y si alguna vez tuvo pelo, lo ha perdido con el tiempo, con los muchos años que parece tener, casi tantos, quizás, como tenía su dueña, muerta hace ... apenas una semana. La anciana fue hallada por una persona que cada ocho o diez días, desde un supermercado, le llevaba comida, utensilios de higiene y otros productos de uso cotidiano.
Tenía una edad avanzada, 96 años, pero hasta un año antes aproximadamente se había servido por ella misma. Una señora iba también cada quince días y limpiaba la casa y realizaba otras labores. Pero ahora, en silla de ruedas, en la que a veces incluso dormía, ya no salía jamás de su casa, antigua pero muy amplia y de cierto postín. Allí, alguna vez, se había movido dinero. Desde siempre vivía sola y ya no le quedaba familia cercana, apenas alguna sobrina lejana que ni siquiera vivía en la ciudad.
A mí, días después de su muerte, me llevaron a ver la casa por sí me interesaba algún objeto o mueble antiguo. Pero yo ya no compro nada, ni libros ni antigüedades. Nada. Viandas en el supermercado y avíos de ropa cada dos o tres años. Todo lo demás se me ha convertido en un enredo. Y tampoco parece que el buen gusto fuese la norma de esa casa. Algo rimbombante sí, pero de dudosa elegancia.
El cuerpo, según me contaron, estaba en el suelo junto a la muñeca, casi abrazadas. Pudo ir a coger su juguete y caerse, o levantarse de su silla y tropezar. Pero la realidad es que se había envenenado. La vida ya no le interesaba, no tenía sentido para ella. 'La leyenda del tiempo' es un poema de García Lorca inserto en su obra teatral 'Así que pasen cinco años', que los aficionados al flamenco conocen por la versión cantada de Camarón. Pensé en algunos de sus versos:
Sobre la misma columna, / abrazados sueño y tiempo, / cruza el gemido del niño / la lengua rota del viejo.
Lengua de trapo en la muñeca y lengua silente de vieja. No compré nada, pero, al salir a la calle, lloré.
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