Humillación

Tengo la convicción de que los de ERC ni siquiera hubiesen exigido hasta el final la ley de amnistía si no hubiese estado por medio Junts, que sí la exigía, sobre todo para resolver la situación del tal Puigdemont. Pero, claro, dadas así las cosas, los de ERC, en dura competencia electoral con el antiguo CIU, sobrevenidos independentistas cuando se descubrieron las golferías de la familia Pujol, no tuvieron más remedio que subir sus exigencias para no quedar como blandos o traidores ante su propio electorado.

Se nota así la diferencia entre ser lo que son los de ERC, republicanos, de izquierdas e independentistas desde siempre, y hasta hace poco demócratas –se esté o no de acuerdo con ellos– y los de Junts, solo llevados por su historial corrupto a esta situación. Y además de corruptos, de ideología neoliberal, elitistas, xenófobos y de actitud despectiva hacia los charnegos y el resto de los españoles. Basta recordar algunos escritos del también expresidente Torra llamando a los emigrantes a Cataluña alimañas disfrazadas de animales y hablando –¡qué horror!– castellano. Esa actitud no la he visto, salvo excepciones, en ERC.

No soporto la presencia chulesca y supremacista –yo, el Supremo– de un personaje de poca monta intelectual como Puigdemont. Creo que en los últimos años ha habido avances sociales innegables y necesarios, y me gustaría que se siga avanzando en esa vía tan necesaria. La situación de muchas capas sociales es insoportable como para dar marcha atrás.

Pero creo que hubiese sido mejor –no sé qué habrá pasado cuando este artículo aparezca publicado, cualquier cosa es posible– convocar elecciones y que hubiese sido lo que los electores quisieran. Y si llegara el caso, un acuerdo global entre los partidos mayoritarios. Todo antes que esta insoportable humillación ante el señor del maletero.