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Tengo un amigo al que veo con cierta frecuencia porque coincidimos en un bar tomando café. Tiene un pequeño negocio familiar –es autónomo– y le va bastante bien. Es un buen profesional de muchos años. A veces bromeamos con la política. Pero hay cosas que ... dice muy en serio. Por ejemplo, se refiere siempre a Pedro Sánchez como «el doctor Sánchez», por supuesto de manera irónica. Odia a Sánchez. Hay muchos 'antipedristas' en España, eso es evidente.
Hay un perfil psicológico-sociológico que es fruta madura para 'políticos' como el tipo ese de Se Acabó la Fiesta. Es más, yo lo clavé con mi amigo: le dije al día siguiente de las europeas: «anoche pensé en ti y me dije: le ha votado a Se Acabó la Fiesta, seguro». Y me contestó: «claro que le he votado, y porque no hay un Milei en España». Inútil explicarle que este señor es peor todavía que el loco Milei, que este es un presunto delincuente con varios casos en los juzgados, que es un caradura que se aprovecha de vuestros votos para escapar a la ley en Europa, que le importa un bledo, y que lo primero que hizo la noche electoral fue irse de fiesta, inacabable, a discotecas acompañado del pequeño Nicolás.
¿Por qué se dan estos fenómenos? Y además, a veces, entre gente que no necesita ningúna 'motosierra' para nada porque les va razonablemente bien en la vida. Desde luego, hay algo de 'gamberrismo' social en ello, mezclado con hartazgo político, lo que da resultados explosivos. Son los casos en su día del voto a las europeas a Ruiz-Mateos, el de Rumasa, o a Gil y Gil en Marbella. La gente se dice: ahora vamos a votar al más disparatado, al más simplón, al más gritón, al que tiene las soluciones más ridículas frente a problemas complejos y globales. Conozco algún caso de argentinos jóvenes que regresaron a Argentina a vivir (y votarle) el fenómeno Milei (allí hay sobre todo desesperación) y a los que han bastado unos meses para volver despavoridos y decepcionados a España.
En estos fenómenos se dan causas de todo tipo, pero no nos engañemos, es que hay también gente a los que le molestan los inmigrantes, los homosexuales, los negros, que las mujeres vayan 'demasiado lejos'. Es decir, hay gente con una convicción ideológica, que no votan a estos tipos ni por desesperación ni por gamberrismo, sino por ideología. Realmente hay gente 'pa tó'.
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