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Como hice público hace algo más de un mes, tras este decimosexto Congreso de UGT de la Región de Murcia, dejaré mis responsabilidades como secretario ... general.
Un adiós que deja atrás un largo camino de compromiso, luchas e intensas vivencias; un camino compartido con mis compañeros y compañeras del sindicato, que me ha permitido contribuir, en la medida de mis humildes posibilidades, a mejorar las condiciones de vida de las personas trabajadoras.
Hoy, con el corazón lleno de gratitud y los recuerdos a flor de piel, veo que no me equivoqué cuando di el paso de participar activamente en la vida sindical y, finalmente, de asumir la secretaría general en esta gran familia que es UGT.
Llegué con la convicción de que la unidad, el diálogo y la movilización eran herramientas a nuestro alcance para lograr transformar la realidad social y conseguir condiciones de trabajo más justas. Y puedo decir, con orgullo, que gracias a mi sindicato contamos con leyes, acuerdos y convenios que garantizan más protección social, salarios un poco más dignos, empleos más estables y más y mejores derechos laborales. Derechos que no han sido, en ningún caso, un 'regalo', sino el fruto de un arduo trabajo sindical, intenso y constante, que no puede concebirse sin la contribución de todas y cada una de las personas que forman y han formado parte de la Unión General de Trabajadores.
Cada una de estas conquistas ha sido, además, un paso hacia una sociedad un poco más equitativa e inclusiva. Siendo como es, el trabajo, un elemento fundamental de vertebración e inclusión social, hemos reivindicado, para todas y todos y en cualquier sector y circunstancia, que pueda ser desarrollado en libertad, en condiciones seguras, dignas e igualitarias, sin abusos ni discriminaciones de ningún tipo.
Por eso, otro de mis mayores orgullos es haber podido aportar a ese objetivo la consolidación del diálogo social como herramienta de progreso de los derechos de las y los trabajadores y de mi querida región. En un mundo instalado en la polarización, en la confrontación, hemos demostrado que es posible sentarse en la misma mesa con personas que piensan muy diferente y, aun así, llegar a soluciones consensuadas. De mi bagaje sindical me llevo, sin duda, la satisfacción de haber logrado tender puentes entre poderes públicos y agentes sociales, y de haber acercado así, la política, a las necesidades reales de personas y empresas, especialmente, en los momentos más difíciles, como los vividos con la crisis financiera o la pandemia.
Un espíritu de diálogo y colaboración necesario para superar los muchos desafíos que nuestra sociedad tiene aún por conseguir, y en los que escuchar la voz de las y los trabajadores resultará decisivo: consolidar las transiciones digital y ecológica sin dejar a nadie atrás, conseguir para la Región las infraestructuras y recursos que necesita, asegurar la sostenibilidad y dignidad de nuestro estado de bienestar o hacer frente a actitudes reaccionarias que pretenden carcomer hasta los consensos democráticos más elementales.
Tengo la certeza de que el sindicato es más necesario que nunca, y debe seguir siendo un dique contra la involución social y una vacuna frente al individualismo, la indiferencia y la insolidaridad. Creo, honestamente, que, hoy en día, se mantiene plenamente vigente la principal premisa con la que nacieron las organizaciones sindicales en el siglo XIX: unir a todas las personas trabajadoras en defensa de sus intereses como clase. Y es que, si algo nos han enseñado a los ugetistas más de ciento treinta y seis años de historia, es que sumar fuerzas y trabajar juntos es el único camino para seguir avanzando.
Quiero terminar reiterando una palabra que resume lo que siento: gratitud. Gratitud hacia todas las personas que me han acompañado durante estos años, compañeros y compañeras de lucha, representantes sindicales, delegados de personal, miembros de comités de empresa y de Juntas de personal en los centros de trabajo, aliados en el diálogo social, familia generosa que ha sabido disculparme las ausencias y, por supuesto, a las personas trabajadoras que han confiado en nosotros y nosotras para defender sus derechos.
Ha sido un honor servirles y trabajar a su lado. Y cada logro conseguido ha sido la mayor recompensa que podía recibir.
Con la misma ilusión que me ha acompañado durante estos dieciséis años como secretario general regional, creo en un futuro que nos aguarda lleno de posibilidades, y estoy convencido de que, unidas y unidos, y como ya hemos hecho innumerables veces en el pasado, alcanzaremos muchas metas que hoy nos parecen lejanas.
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