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Con Antonio Sánchez Carrillo, patiñero hijo del Rojo, a quien no le gustaba que le llamara de don y desaparecido esta semana de un fulminante tumor cerebral, se acaba uno de los últimos restos de aquella Murcia auténtica que echaré siempre de menos cuando me ... vaya a otra parte para no regresar. Cada vez que quedaba a comer con don Antonio, muchas, me venía mi infancia, poblada por gentes de campos y huertas, hechas de madera reseca y frente profundamente arada; gentes que no necesitaban firmar un papel para un acuerdo sagrado, que se sellaba escupiendo en la mano y estrechándola. Gentes sabias y leales que conocían todo de la vida, y de las que bebí ávidamente desde niño. Siempre le quise y, como a casi todas aquellas personas a las que he querido, jamás se lo dije.

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laverdad Don Antonio