El día de San Antonio

1. No es fácil pronosticar el resultado de las primarias andaluzas del PSOE. ¿Quién saldrá elegido candidato a la presidencia de la comunidad autónoma? ¿Susana Díaz, la actual secretaria general regional, y que en diciembre de 2018 no pudo revalidar su puesto de presidenta de Andalucía? ¿Juan Espadas, alcalde de Sevilla, y, al parecer, el candidato favorito de Ferraz? ¿O Luis Ángel Hierro, profesor de Economía de la Universidad de Sevilla, y que ya ha sido diputado en el Congreso y en el Parlamento andaluz?

Tienen derecho al voto 46.577 afiliados. La campaña electoral está siendo intensa. Los candidatos, de modo presencial, como se ha hecho toda la vida, han recorrido todas las agrupaciones socialistas. Pero nadie se atreve a aventurar un pronóstico. Susana Díaz, como secretaria general, se supone que controla el aparato regional, aunque no el de todas las provincias. Se presenta como una candidata no patrocinada por Ferraz, sino nacida de la propia militancia. Incluso, en un alarde de infundado victimismo, ha llegado a insinuar que no la quieren porque es mujer. Pero lo cierto es que, siendo ella candidata, en diciembre de 2018, el PSOE de Andalucía perdió 400.000 votos. Y, aunque fue la lista más votada, un pacto del centro y la derecha hizo que el PSOE perdiera la presidencia de la comunidad autónoma, después de casi 36 años de permanencia. Me consta que a muchos activistas andaluces del PSOE no les gustaba Susana Díaz, y dejaron el cuerpo muerto. El recuerdo de esta pérdida, y de sus causas, es el punto débil de Susana Díaz.

El tirón interno de Luis Ángel Hierro es una incógnita. Sería una sorpresa tremenda que se alzara con la victoria. A su favor cuenta con que no es el candidato oficial ni del aparato de Sevilla ni del de Madrid. Y que quizás los militantes socialistas andaluces decidan reactivar su tradicional rebeldía adormecida, y opten por la novedad.

Y en cuanto a Juan Espadas, nadie pone en duda que es el candidato favorito de Pedro Sánchez. Significa, eso sí, un cierto cambio. Tiene razón cuando dice que el PSOE no puede presentarse a las futuras elecciones autonómicas con el mismo cartel electoral que le llevó a perder el gobierno regional. Pero sigue siendo el candidato oficial de Ferraz. Y esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado, es bueno que haya armonía y comunicación fluida entre las esferas regional y nacional del partido. Pero, por otro, Juan Espadas no puede eludir que le salpiquen los reproches a las políticas de Pedro Sánchez. Muchos socialistas andaluces están en contra de los indultos. Y podrían darle una bofetada a Pedro Sánchez en la cara de Juan Espadas. Si esto ocurriera, si el candidato oficial no ganara las primarias, el secretario general del PSOE quedaría muy debilitado. Pedro Sánchez recordaría toda su vida el día de San Antonio de 2021.

2. En cuanto a la protesta en Madrid por los indultos a los condenados por el procés, Pablo Casado es consciente de que, en este tema, su electorado no le admitiría ambigüedades. Y que el estilo desacomplejado y faltón de Isabel Díaz Ayuso es lo que ha triunfado. En este sentido, no debería preocuparle otra foto de Colón con Santi Abascal. Pero también es consciente de que una parte importante de su electorado le está pidiendo que encuentre el camino de la moderación, y que vuelva a marcar las distancias con Vox que ya señaló en su importante discurso con ocasión de la moción de censura a Pedro Sánchez. El dilema es tremendo: o el PP es derecha dura, o es derecha moderada y dialogante. El comportamiento de Pablo Casado en los actos de Madrid va a inclinar la balanza en un sentido u otro.

Para que el día de San Antonio de 2021 no sea una jornada de triste recuerdo para el PP, el presidente del partido debería recordar que, a lo largo de su historia, el PP siempre ha tenido gente que jaleaba a sus dirigentes con el grito de 'dales caña'. Pero la inmensa mayoría de los votantes del PP ni acude a los mítines ni azuza los entusiasmos en las redes sociales. Son gente silenciosa, que prefiere la moderación, la capacidad de diálogo, las propuestas positivas. Gente que rechaza la crispación, la descalificación personal, el conflicto permanente. Gente que concibe la política como la capacidad de ofrecer propuestas razonables a los problemas sociales. Menos gritos y más alternativas.