Desalmados
Tirando a dar ·
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Tirando a dar ·
¿Cómo se convierte alguien que apenas ha comenzado a vivir en un ser capaz de hacer daño gratuito? Quizá la maldad no necesite un motivoA veces, decimos desalmados como insulto sin ser muy conscientes de lo que realmente decimos, pero nuestro maravilloso y rico idioma carga esta palabra con ... un significado a todas luces 'descriptivísimo'. Un desalmado es alguien carente de alma, y alguien sin alma deja de ser humano para convertirse en un monstruo de maldad.
A mí, lo que realmente me alucina es que no sean las decepciones, o los resentimientos acumulados, los que vacíen de alma los cuerpos con el paso de los años, sino que cada vez haya más jóvenes absolutamente desalmados. Dicen que los niños son ángeles, pero hay que recordar que, alguno, caído. Y lo que ha ocurrido en Santander con un niño con parálisis cerebral maltratado por otros es, desde luego, diabólico.
¿Cómo se llega a ese punto? ¿Cómo se convierte alguien, que apenas ha comenzado a vivir, en un ser capaz de hacer daño gratuito, de gozar con el sufrimiento ajeno? Quizá la maldad no necesite un motivo. Simplemente surja, como una sombra inexplicable, en el alma de alguien haciéndole carecer de empatía, de humanidad, de compasión. Y cuando esa maldad se manifiesta en niños o adolescentes, el horror se multiplica. No solo porque nos cueste concebir que la crueldad pueda anidar en seres tan jóvenes, sino porque nos enfrenta a un miedo aún más profundo: el de no saber si podemos proteger a nuestros hijos.
Los padres llevamos a nuestros hijos al colegio con la esperanza de que aprendan, de que hagan amigos, de que sean felices. Pero ¿y si en ese mismo lugar los espera alguien que los ve como presas con los que experimentar el poder de hacer daño? ¿Y si el mundo que imaginábamos seguro se convierte en un lugar de tormento para ellos? Resulta un pensamiento insoportable, pero desgraciadamente real para muchas familias que han visto a sus hijos marcados de por vida por la crueldad de otros niños que, por alguna razón, se desprendieron de su alma.
Y lo peor de todo es que no solo es un daño puntual. Las víctimas de los desalmados arrastran las secuelas durante años, quizá toda la vida. El miedo se convierte en una sombra que los acompaña; la confianza en los demás, obviamente, se pierde, y la seguridad en sí mismos se disuelve. Y el daño no queda ahí, porque las familias, impotentes, viven con el dolor de no haber podido evitarlo, con la culpa de no haber detectado las señales a tiempo, con la frustración de ver que la sociedad muchas veces oculta lo sucedido, o, peor aún, lo minimiza. Y han de ser unas imágenes terribles las que, una vez viralizadas, sacudan las conciencias. ¿Qué habría pasado si el vídeo de ese desalmado amenazando con meterle la pata de una silla por los ojos a un chico con parálisis cerebral no hubiera visto la luz?
Quizá no todos los niños o jóvenes que hacen daño sean completamente desalmados. Habrá quienes actúan desde la ignorancia, desde la inmadurez, desde la presión del grupo. Pero, desde luego, hay otros que sí, que han cruzado esa línea invisible y han demostrado que el sufrimiento ajeno no les causa ni el más mínimo remordimiento. Y ahora... ¿qué hacemos con ellos? ¿Cómo los castigamos si son menores? Para la Justicia, pero no para la maldad. ¿Y cómo los recuperamos, si es que se pueden recuperar?
Más de un docto en la materia afirma que no son recuperables, que un psicópata que carece de empatía, de comprensión sobre el dolor de otro ser humano, no tiene solución. No seré yo quien diga si la tienen o no, aunque reconozco tan víctima de sus fechorías a quienes las sufren como a los que las infringen. Alguien desalmado es digno de lástima. Que la culpa la tengan los padres, el sistema, la sociedad, la educación o la Virgen de 'Miremosparaotrolado', no lo sé; pero que hay mucho trabajo pendiente en el deber de proteger a las víctimas, sí.
Sea como sea, lo que está claro es que el cuerpo humano puede vaciarse de alma y que, para ello, no importa edad alguna.
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