Me acosté con él
Tirando a dar ·
Se consume la traición como si fuera el último grito en moda, se aplaude la deslealtad como si se tratara de una gesta heroicaSecciones
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Tirando a dar ·
Se consume la traición como si fuera el último grito en moda, se aplaude la deslealtad como si se tratara de una gesta heroicaAcabo de ver, sin sorpresa alguna, que el último ligue de Iker Casillas, Claudia Bavel, lo ha traicionado vendiendo, al mejor postor, sus intimidades, sus conversaciones subidas de tono y su capacidad como amante. Nada nuevo en el momento actual. D. Juan Tenorio llevaba una ... lista de las conquistas logradas. Y, durante siglos, las mujeres han procurado que no se enterara ni Dios de las suyas. Ya saben aquello de que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, pero parece que ahora, será por lo de la conjunción planetaria, los hombres intentan esconder sus relaciones y... 'algunas mujeres' anunciarlas a bombo y platillo.
Hasta hace no demasiado, o quizá muchííísimo, los éxitos o los logros personales se medían por lo conseguido mediante el esfuerzo intelectual, el trabajo físico, la inteligencia, la capacidad de adaptación a algún ambiente hostil, la generosidad al ayudar a otros seres humanos..., vamos, casi siempre iban acompañados de valores que engrandecían más a quien los conseguía.
Ahora no. Ahora, sobre todo si eres mujer –y desinhibida–, el mayor de los éxitos es ser 'influencer' y exhibir orgullosa muchos seguidores que, dicho sea de paso, líbrenos Dios de que nos venga una época dura, porque ya me explicarán de qué nos iban a salvar... Y, lo más de lo más, es llevar una buena lista de churubitos importantes a los que te hayas pasado por el arco del triunfo y hayas logrado hacerles vomitar en guasaps las 'guarreridas' sexuales que te iban a hacer cuando te vieran, porque eso es la prueba fehaciente para pasearse por los programas más 'currturales' de algunas cadenas televisivas. Sinceramente, yo no sé cómo cualquiera de los chicos destacados en alguna de las facetas 'chupateles', léase deportistas, fauna de 'reality show', etc., no se van a la Conchinchina para ligar, como hizo el príncipe de Zamunda; porque pueden estar seguros, dado el tipo de churubitas que se gastan, que harán lo posible y lo imposible para grabarlos y vender todo el material a los –¿infames?– programas de salseo.
Que dice la Bavel que «sí que nos hemos dicho te quiero, pero no hemos hablado de sentimientos». Qué quieren que les diga, salvo que se ha convertido la traición en un negocio redondo. Y es que el problema de fondo no es solo la traición en sí misma, sino la frivolización absoluta del concepto, porque la traición ha existido desde que el mundo es mundo. Desde Judas con su célebre beso hasta la amiga que te dice que ese vestido te queda divino cuando en realidad te hace parecer un saco de patatas. Pero lo de ahora es otro nivel. Antes, el traidor lo era por necesidad, por venganza o por ambición. Ahora lo es por 'likes', por un puñado de seguidores y por una efímera gloria mediática (y económica, ojo) que dura lo que un 'trending topic'. Solo hace falta captar al personaje de turno, hacerle creer que está en una relación más o menos estable, engatusarlo, extraerle información jugosa y luego, cuando el romance ya ha cumplido su función, pasar por caja. Y, claro, bastantes hombres, que de vanidosos tienen un máster con sobresaliente, siguen tropezando una y otra vez con la misma piedra... televisada. Que no se han enterado de que estamos en la era de la mercantilización del chisme. Todo es vendible, todo es explotable, todo es material de entretenimiento. Y lo peor es que hay público para ello. Se consume la traición como si fuera el último grito en moda, se aplaude la deslealtad como si se tratara de una gesta heroica. Y así nos va.
Así que, estimados caballeros más o menos públicos, tomen nota: si no quieren acabar en el escaparate del escarnio público, vigilen con quién se cruzan. No todo el monte es orgasmo y no todo te quiero es sincero. Algunas frases no significan nada y algunos besos solo son la antesala de una exclusiva. Judas, al menos, tuvo la decencia de arrepentirse. Las traidoras modernas, en cambio, solo buscan un buen representante y la siguiente víctima. Y lo peor de todo es que siempre la encuentran.
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