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Qué duda cabe que, contra lo que dice mi admirado amigo el periodista Arcadi Espada, en el caso del obispo de Solsona, quien ha dejado los hábitos por una escritora, está presente el diablo. El amor y el sexo, tantas veces indistinguibles (ya me dijo ... de jovencísima mi querida pariente Inés, cerebro admirable, que «no sé lo que pasa pero cuando empiezo haciendo el amor termino follando»), ya son el diablo, afecten o no a un obispo. Además aquí se dan circunstancias en las que advertimos ese humillo acre que, ya hace muchos años, se coló por las rendijas de las puertas del Vaticano, y en el que el Papa Pablo VI advertía el aroma del infierno.

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laverdad El amor es el diablo