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Qué duda cabe que, contra lo que dice mi admirado amigo el periodista Arcadi Espada, en el caso del obispo de Solsona, quien ha dejado los hábitos por una escritora, está presente el diablo. El amor y el sexo, tantas veces indistinguibles (ya me dijo ... de jovencísima mi querida pariente Inés, cerebro admirable, que «no sé lo que pasa pero cuando empiezo haciendo el amor termino follando»), ya son el diablo, afecten o no a un obispo. Además aquí se dan circunstancias en las que advertimos ese humillo acre que, ya hace muchos años, se coló por las rendijas de las puertas del Vaticano, y en el que el Papa Pablo VI advertía el aroma del infierno.
El obispo de Solsona ha seguido la trayectoria inversa al escritor francés Huysmans, quien de satanista pasó a monje cartujo de estricta clausura. Cuando su satanismo estético llegó al culmen, tras una novela admirable con un erotismo resbaloso y misas negras de cartón piedra, 'Allá lejos', un colega de profesión escribió que ya solo le quedaban dos caminos: o abrazar la cruz o pegarse un tiro. Abrazó la cruz, y con tal fuerza que sus últimos tres libros, donde narra su conversión, renuncia al mundo y encierro, son publicados hoy por editoriales católicas para edificar almas (alguna de ellas de Navarra, y con eso está dicho todo). El obispo de Solsona está desandando lo que en su día anduvo Huysmans. Llegará un momento en que se encontrará en el mismo cruce de dos caminos, uno de ellos será volarse la cabeza.
Es cierto que el obispo Xavier Novell ya estuvo en esa bifurcación antes, cuando pudo elegir entre suididarse o apoyar el independentismo. Eligió la corriente de su época y desechó el honor de acabar dignamente. Ahora regresa por el mismo sendero tras tirar el anillo de amatista; y la pistola, esperándole, sigue en idéntico lugar. Ningún alma sale indemne de un gran amor. Y no sale de ninguna manera de un gran amor satánico. Novell se ha fugado con una escritora experta en encontrar las debilidades espirituales, sepa o no ponerlas por escrito (que no sabe). Novell era exorcista y ni siquiera la propia Iglesia sabe si los exorcistas se enfrentan a Satanás desde fuera o, llegado un momento, desde dentro. El abismo tienta. La otra es una escritora satanista, el último estadio al que lleva siempre el erotismo exacerbado. De hecho el satanismo no es más que una variante del sadomasoquismo y no hay nada más irresistible que perder a un representante de Dios. Estaban condenados a condenarse.
Hay un sector de mujeres que llevan al extremo la tradicional atracción por los sacerdotes. Conozco a una de misa diaria, superdotada mentalmente, que se pone malísima con el olor a cerrado y sacristía, y con lengua terminada en punta de flecha, que se cuela por la reja, logra desmayar al cura que la escucha en confesión. Alguno ha caído y luego se ha marchado para siempre como misionero, como Huysmans se enclaustró en un monasterio. Pobre obispo, si la satánica lo abandona. Su vida le parecerá una cáscara reseca. Nadie vuelve de ciertos deliciosos infiernos.
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