Con Trump a punto de levantar un muro comercial, Alemania y Francia sumidos en una crisis económica y política que puede lastrar a toda Europa y la firma del acuerdo con Mercosur que divide a la UE, deberíamos estar preparándonos para tiempos de gran inestabilidad, pero aquí seguimos abonados al tacticismo
Cuando aparecen en el horizonte nubarrones de inestabilidad política y económica es prudente actuar como un navegante que se prepara para una tempestad inminente. No se trata de entrar en pánico, sino de anticipar el oleaje y reforzar las velas para resistir los embates. Lo que dicta el sentido común si una familia, empresa o persona atisba un período de zozobra es reforzar la situación financiera para asegurarse las necesidades básicas hasta que escampe. Con los acontecimientos políticos y económicos que se están produciendo en la UE, en España y sus comunidades autónomas deberían estar buscándose los acuerdos necesarios para aprobar las cuentas públicas, tanto a nivel estatal como autonómico y municipal, y para tratar de solucionar los deficientes modelos de financiación autonómica y municipal. Nada de eso está ocurriendo en nuestro país mientras el contexto europeo, tan crítico para todos nosotros, no deja de complicarse durante las últimas semanas.
Navegamos entre arrecifes políticos de impresionante envergadura. Los más evidentes son las crisis de Alemania y Francia. La coalición tripartita que gobernaba Alemania colapsó en noviembre mientras que su economía, otrora el motor de Europa, se contraía este año. Sus previsiones económicas para 2025 son las peores de la eurozona y con ese pronóstico se dirige a unas nuevas elecciones en febrero. Francia también bordea el abismo. Este miércoles cayó el Gobierno del primer ministro Michel Barnier, con una moción de censura que salió adelante con el voto de la izquierda y la derecha más extrema. Lo apuntamos hace unos días: Macron erró gravemente al adelantar a julio unas elecciones de la que surgió una Asamblea Nacional ingobernable. También se equivocó al elegir un primer ministro que no se adecuaba al resultado de las urnas y que acabó en manos de la misma ultraderecha a la que se pretendía arrinconar con la cita electoral anticipada. Macron, el auténtico blanco de esta pinza, promete nombrar otro primer ministro en pocos días y prorrogar los presupuestos, pero el pronóstico de estabilidad es muy sombrío.
Ambas crisis en las dos grandes locomotoras europeas no hacen sino agravar el diagnóstico del expresidente italiano Mario Draghi, que advirtió en su reciente y relevante informe de la acelerada pérdida de competitividad de la economía europea. ¿Puede el escenario empeorar? Parece que sí. A lo anterior se suma la división en la UE por la firma del acuerdo comercial con los países del Mercosur. Francia lidera la oposición frente a Alemania, que apoya el acuerdo junto con España. En el primer gran test de su nueva etapa de gobierno, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, viajó a Uruguay y cerró un acuerdo que llevaba fraguándose 25 años. No podía haber elegido peor momento, dicen los franceses, mientras los alemanes celebran el pacto, que ahora debe ser ratificado por el Consejo y el Parlamento Europeo. Macron planteará batalla para intentar frenar ante los 27 este tratado que puede inundar los mercados de vacuno y aves de corral a mucho menor precio que el producido en la UE.
El agro regional mira con recelo este acuerdo que celebra la industria europea porque teme que el campo vuelva a ser el gran sacrificado debido al posible impacto negativo en productos clave. El sector del limón, junto a los del vacuno y porcino, serían los más afectados, sobre todo si finalmente no hubiera cláusulas espejo, lo que beneficiaría a los productores de Argentina y Brasil que comercializan derivados del limón. Al agro regional le preocupa también otra cuestión no menor, la posibilidad de que una relajación en los controles sanitarios de alimentos del Cono Sur traiga una oleada de plagas. Dicen los exportadores murcianos que lo relevante para ellos sería aumentar mercado en Estados Unidos, pero Donald Trump, que ayer estuvo en París para la reapertura de Notre Dame, pretende justo lo contrario: gravar con un tasa del 10% el precio de los productos europeos. Solo las empresas murcianas con centros de producción en Estados Unidos ven con más relajación ese preocupante riesgo arancelario.
La lista de retos europeos que deberá hacer frente la nueva Comisión no acaba aquí, pero lo apuntado debería ser suficiente para que a nivel nacional y regional hubiera acuerdos para sacar los Presupuestos estatales y autonómicos. En el día de la Constitución, el presidente López Miras hizo lo correcto al descartar la posibilidad de ir a elecciones en caso de prórroga de las cuentas regionales. Pero dicho eso, debe presentar ya su anteproyecto de Presupuestos, al menos en sus grandes líneas, porque de lo contrario no hay lugar posible para la negociación. El PSOE de Veléz se ha ofrecido a negociar y también acierta en su posicionamiento, sea táctico o no. Vox hará aquí lo que diga Abascal, quien ya ha fijado líneas rojas en materia de inmigración que el PP no podrá aceptar si suponen un incumplimiento de la ley en materia de menores. Los posicionamientos de todos los partidos son legítimos, pero no deberían anteponer el interés partidista al general. Quiera o no, es el Gobierno regional quien debe mover ficha, aun cuando carezca aún de las cifras concretas del techo de déficit por parte del Gobierno central. Miras está obligado a apuntalar la solidez de sus cuentas como quien revisa el casco de su barco antes de una singladura complicada.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.