Cuando Donald Trump dijo en 2016 que podría pararse en la Quinta Avenida de Nueva York y disparar a la gente sin por ello perder votos, utilizó una de esas hipérboles que caracterizan su discurso político. Trump era plenamente consciente de que su ascenso estaba ... relacionado con un fenómeno que algunos politólogos denominan 'partidismo negativo'. A medida que ha ido en ascenso la polarización, los votantes se agrupan y movilizan por la aversión que sienten por los candidatos contrarios. Ocurre también desde hace tiempo en España. Es muy posible que Feijóo o Sánchez no desaten pasiones en su electorado natural, pero los votantes populares se movilizarán por su fuerte oposición al sanchismo y los socialistas por el rechazo que les suscita el líder gallego. Esa es la razón de que en las generales y autonómicas gran parte de los esfuerzos no se dirigen a entusiasmar con propuestas a los afines como en atacar y desgastar de mil formas a los rivales. En suma, los políticos piensan hoy que solo necesitan incitar el miedo o la ira hacia el partido contrario para ganar o mantener el poder.
La precampaña en la Región lleva ese camino. El panorama (por ahora) es de preocupante mediocridad. No me extraña que casi un 40% del electorado esté indeciso. Pocas propuestas brillantes o bien argumentadas se han oído en la antesala de la cita con las urnas. Por el contrario, llama la atención la apuesta por la descalificación en las redes sociales de los más radicales. Una actitud contagiosa pues en todas las partes cuecen esas habas, en mayor o menor medida. Parece haber una regla general: quienes menos cabeza exhiben son los que más embisten. Muchos contendientes se expresan sin filtro alguno, con amenazantes hechuras de matón y recurriendo a la mentira con una naturalidad que asusta.
Es habitual que el ambiente tienda a caldearse en las campañas, por la ansiedad propia de quienes pueden perder o lograr un trabajo, pero la normalización del insulto y el ataque a instituciones que nada tienen que ver con la contienda electoral, como la Universidad, rebasa con creces las líneas rojas que deberían guiar la confrontación democrática entre partidos. Hoy se podría confeccionar en la Región un 'dream team' del insulto político, un quinteto inicial con representantes de los principales partidos murcianos, y no habría problema para elegir suplentes que estuvieran a la altura. Este bochorno no es casual. Es lo que cabe esperar mientras no haya listas abiertas que permitan a los votantes elegir de verdad a sus representantes, pudiendo de paso desterrar a los más impresentables de todo signo, que generalmente suelen ser personas con limitada o ninguna trayectoria profesional fuera de la política y que harán lo que haga falta por estar en esta pomada.
Como pasar por cuatro partidos hasta encontrar acomodo estable y aspirar a una alcaldía. Entre los candidatos a la presidencia no se aprecian ni grandes trayectorias profesionales ni currículos académicos deslumbrantes. Luego todos ellos deberían hacer un esfuerzo especial por ponerse a la altura de la responsabilidad a la que aspiran, manteniendo una actitud ejemplarizante en las formas democráticas que fueran de obligado cumplimiento en sus partidos. Ayudaría mucho si los líderes autonómicos españoles tuvieran una intensa temporada previa en las instituciones comunitarias y no al revés, en el ocaso de sus carreras, convirtiendo el Europarlamento en un retiro dorado o en el destino de los que estorban en la propia casa. Adquirirían así modos más exquisitos y un poso de fundamento político.
El pasado viernes, un gran cartel de Ciudadanos en Murcia causó polémica al situar tras unas rejas a Pedro Antonio Sánchez, Ramón Luis Valcárcel y José Vélez, con López Miras siendo invitado a empezar a calentar porque sería el próximo en esa presunta situación. No es cuestionable que Cs denuncie la corrupción, al contrario, pero los murcianos también se merecen formas de hacer política sin hipérboles que frivolizan con penas de privación de libertad. El ideólogo de la campaña se ha puesto a 'disparar' junto a la Gran Vía pensando que le daría votos. Alguien debería recordarle que el 'partidismo negativo' favorece el voto útil, justo lo que menos necesita Cs, que no se equivoca en el fondo, sino en las formas. Se acerca el 28M y los nervios afloran en todos los partidos. Aquí patina y cruza indebidamente la raya hasta quien uno menos se lo espera.
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