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La diferencia entre un conservador cauteloso y un radical de derecha reside en la temeridad. El segundo insistirá también en defender la ley y el ... orden, pero se regodeará arrasando el sistema. Lo dice la periodista Jennifer Szalai al analizar un libro llamado 'El cerebro ideológico', escrito por la neurocientífica Leor Zmigrod y que, a mi juicio, puede ayudar a entender la mente de Donald Trump, ahora que el mundo se pregunta por qué ha iniciado una guerra comercial que todos los economistas consideran muy perjudicial, incluso para los propios estadounidenses. Zmigrod cuenta en su libro cómo las personas muy dogmáticas muestran mayor rigidez cognitiva, pero muchas veces disfrutan tomando decisiones impulsivas. Dinamitar el modelo de comercio global que Estados Unidos contribuyó a forjar durante los últimos ochenta años sin duda lo es y carece de toda lógica económica porque puede provocar una recesión en su país. Así lo han entendido los mercados financieros, que vieron desplomarse las bolsas y depreciarse el dólar, mientras los consumidores estadounidenses se preparan ya para una subida de precios de los alimentos, los automóviles, la ropa y los productos electrónicos.
Si el nefasto Día de la Liberación ha sido, para los economistas, un disparate mayúsculo fruto de una impulsiva improvisación, la Unión Europea no debería caer en el mismo error de la precipitación. Su respuesta no puede dejar de ser contundente, pero sin la renuncia a la vía negociadora con EE UU, el apoyo a las empresas europeas y la búsqueda de mercados alternativos. El diálogo con el equipo de Trump es complicado porque son muchas las muestras de su obsesiva animadversión hacia la UE, a la que se quiere debilitar con estos aranceles. No es casual la tibia respuesta de Vox y de otros partidos radicales europeos, que están más alineados con Trump que con la Unión Europea, quizá porque el objetivo común es dinamitar la cogobernanza y las instituciones de los 27, tal y como hoy las conocemos. Habrá que ver qué ocurre con esas posiciones políticas en el momento en que los exportadores murcianos de productos agroalimentarios empiecen a sufrir el desbarajuste de todos sus mercados internacionales a causa de este caos generado en el comercio mundial.
Los productores murcianos de aditivos alimentarios, zumos, golosinas y azúcar serán los primeros en notar los aranceles de EE UU, donde los amantes del vino, que han disfrutado de una enorme variedad en los últimos años, incluidos de nuestras DO, verán subir el precio de todas las marcas y desaparecer la oferta de las bodegas más pequeñas. Inicialmente se beneficiarán los vinos estadounidenses, pero los distribuidores tenderán a subir los precios para compensar la pérdida de beneficios que les reportaban los vinos importados. En fin, un desastre en el que nadie gana.
La respuesta de Pedro Sánchez y López Miras, en sintonía con Bruselas, está siendo la adecuada. Pero Europa debería encarar esta crisis también con luces largas. No solo está la guerra comercial sobre la mesa. También está la que afecta a la seguridad y la defensa, que obligan a la UE a ganar en autonomía con un incremento de su presupuesto en tecnologías duales. Y luego hay otro reto, muy destacado por el informe Draghi, que es tan importante o más: el desafío científico y tecnológico. Dominada por las grandes empresas tecnológicas estadounidenses, la UE tiene una oportunidad para reducir la brecha merced a los recortes de Trump a las ayudas federales para I+D+i y las trabas que está planteando a la incorporación de talento de otros países. Entre 1901 y 2024, el 35% de los premios Nobel logrados por Estados Unidos corresponde a científicos foráneos que emigraron allí para trabajar en sus laboratorios. Limitar ahora los visados a estudiantes o recién graduados es una mala receta para una nación que lideró el mundo por su potencia científica y tecnológica. En una encuesta realizada por la prestigiosa revista 'Nature' a 1.200 científicos, tres de cada cuatro manifiestan que sopesan abandonar EE UU por las políticas de Trump para ir fundamentalmente a Canadá y la UE. Este pasado viernes, en un editorial publicado por 'Science', la otra gran revista de referencia en ciencia y tecnología, se advierte de cómo EE UU corre el riesgo de perder su ventaja tecnológica, poniendo en peligro su competitividad y la seguridad nacional, por los recortes federales a los laboratorios universitarios donde se dan los primeros pasos para las 'deep tech' (tecnologías profundas), llamadas así porque impulsan avances en ocasiones considerados imposibles y que producen grandes saltos cualitativos. Tecnologías profundas impulsadas por científicos emprendedores que crean empresas para producir biocombustible con células o descubren medicamentos con máquinas inteligentes.
La motosierra de Trump está propiciando una 'fuga de cerebros' de la que se están aprovechando centros europeos con atractivos ecosistemas de innovación, como el Max Planck de Alemania, la ETH suiza de Zúrich o la Universidad de Oxford. La UE tiene que apostar fuerte en esta área crítica, donde la Región de Murcia podría tener una oportunidad en el ámbito de las tecnologías duales de defensa y seguridad, de la mano del programa Caetra, las innovadoras empresas de tecnología radicadas en Cartagena y las 'startups' que anidan en los campus de la UMU, la UPCT y la UCAM. En toda crisis hay una oportunidad. También para la Región.
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