Políticos a la escuela

En su Academia, cuyo nombre se debe a Academo, héroe legendario de la mitología griega, se cursaba, entre otras materias, la filosofía política. Después de definir el mejor sistema de gobierno posible, el más justo y que produjera el mayor bienestar orientado siempre al bien común, Platón proponía que los gobernantes fueran aquellos que no ambicionaran el poder y hubieran seguido un proceso de formación que los hiciera aptos para ejercerlo, recordando a sus discípulos que a los médicos no se les elige por aclamación popular sino por su aptitud y capacidad para ejercer la medicina. Justicia, libertad y virtud eran términos imprescindibles para el ejercicio del poder político al que llegaron muchos de sus alumnos como destacados cargos públicos.

Justiniano ordenó cerrar esa brillante Academia porque era, según el emperador, un peligro para el cristianismo y desde entonces no conozco en España sitio alguno donde formar a aquellos que quieran dedicarse a la política. ¿Cuántos de nuestros dirigentes nacionales, autonómicos y municipales habrían obtenido el plácet platoniano? Para ejercer cualquier profesión es necesario acreditar la formación apropiada y someterse al juicio de expertos. Si aceptamos este procedimiento como el mejor para contar con jueces, médicos, abogados, arquitectos, policías, militares, funcionarios y demás profesionales, ¿por qué toleramos que nuestro presente y nuestro futuro, las normas de vida y el monto de nuestras haciendas sean dictadas y controladas por ciudadanos que no tienen acreditado el más mínimo conocimiento para el manejo de esas materias?

Que no cunda el pánico. Los resultados electorales han propiciado que, tanto a nivel nacional como en nuestra Región, aún no se hayan podido conformar gobiernos que nos sigan perturbando. Los mandamases presentes y los aspirantes están en un ay, los unos por si no pudieran seguir en el machito y los otros por si no pudieran alcanzarlo. Pero resulta que no ha pasado nada y desde mayo hasta la fecha todo sigue igual: el agua fluye por las cañerías, la luz se enciende al dar al botón, seguimos veraneando, trabajando, exportando y produciendo, los médicos continúan atendiendo a los pacientes, los funcionarios, a los administrados... Y, por ahora, no existe el peligro de que se promulguen leyes como las del 'solo sí es sí' o la de Memoria Democrática, o que nos suban los impuestos, de lo que se deduce que todo ese mastodóntico y carísimo entramado político de diputados, senadores, consejeros, concejales, directores generales, asesores y demás paniaguados es, en parte, perfectamente prescindible. En Italia hace tiempo que se dieron cuenta y ese pueblo antiguo e inteligente vota para que cada vez haya más partidos en liza incapaces de llegar a acuerdos y los gobiernos interinos estén en permanente desestabilización y así ni legislan, ni decretan, ni gobiernan, solo están pendientes de pactos y alianzas mientras la sociedad civil sigue viviendo y trabajando a su ritmo. En Bélgica estuvieron cuatro años sin gobierno y el país no desapareció del mapa.

Dicho lo dicho, que nadie me etiquete de anarquista capitalista. Creo en el individuo antes que en una multitud irracional fácil de manipular si se apela a sus instintos más básicos o pasiones más virulentas. No hay nada más peligroso que políticos persuasivos a los que no les interesa la verdad ni la justicia, soy partidario de la razón antes que de la pasión y quisiera vivir en una España donde el Estado estuviera cada vez más flaco y los españoles más robustos, por eso rechazo al socialcomunismo cuya meta es un Estado obeso y una población famélica pendiente cada día de la subvención otorgada por oligarcas demagogos.

Platón intentó convencer a Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa, de que su forma de gobierno era la más conveniente y la única justa, casi le costó la vida. Confiar en que un dictador, mentiroso, ebrio de poder y soberbia va a caminar por el sendero de la justicia, la libertad y la democracia es como querer cabalgar a un tigre y nos puede costar, si no la vida, sí la salud democrática.