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Deméter, diosa griega, madre de la fertilidad y la agricultura, pasó pena cuando su hija Perséfone, nacida de una violación de Zeus, fue secuestrada por ... su tío Hades y llevada al inframundo. La forma en que removió medio mundo para encontrar a su vástago se rememoró durante siglos en las famosas Tesmoforias, fiestas donde sólo mujeres recordaban las penosas peripecias de la diosa en procura del paradero de su querida hija, se dedicaban a pasar pena para disfrutar después poniendo verde al varón.
En contraposición con la cultura árabe, la del conformismo con el destino ante un contratiempo, la cultura judeocristiana, representada en nuestra queridas Islas Baleares por el tanmateix, se inclina por la necesidad de pasar pena como antesala de felicidad. Desde la expulsión del Paraíso por culpa de la puta manzana, nuestra vida, la de los sufridos descendientes de Adán y Eva, es un continuo tobogán en el que las penas y alegrías se suceden con mayor o menor intervalo y duración. Menos mal que nos queda el consuelo de saber que sin las penas no habría felicidad. Esta evidencia debe darnos la pauta para, a pesar de los pesares, no caer en melancolía, y lo que es peor, en depresión.
No seré yo quien tilde de pesimistas a los que me dicen que están pasando pena por la situación política actual. Afamados psicólogos aconsejan que la mejor manera de echar fuera las penas es mentarlas, así que allá voy.
La esposa de nuestro presidente, el que por ley debería ser el de todos y resulta que solo es de sus amiguetes, de su familia, de sus lameculos y de los que, cual sacrificados estantes, le sostienen el trono en el que sienta sus provocativos reales, esa doña Begoña, directora de una cátedra sin más título ni experiencia que haber llevado las cuentas de la sauna de su progenitor, se ha convertido en la mayor conseguidora de los fondos que su maridito distribuye. Y no lo hace a la chita callando sino abiertamente, anunciándose en las redes como gestora de la obtención de fondos públicos, avalando con su firma a empresas mediocres que, gracias a su recomendación, obtienen suculentas subvenciones de su maridito. En el colmo de la caradura, no se corta un pelo reuniéndose, en el domicilio oficial del presidente del Gobierno, con empresa de altos vuelos a la que se rescata con millones de euros. Ese escándalo, que en cualquier democracia obligaría de inmediato a la dimisión del marido-presidente, se intenta convertir, por los lameculos de turno, en mérito de la familia y demérito de la oposición de derechas a la que se le insulta y trata de machista por criticar esa 'noble actuación'. Y el tal don Sánchez, después de deslomarse en reverencias a dictadores sátrapas, y posar disfrazado entre huesos y calaveras, amenaza con una guerra sin cuartel ni retorno si los peperos se atreven a citar a su doña para que en el Senado dé explicación a sus exitosas actuaciones. ¿Qué brebaje deberíamos tomar para evitar la arcada que nos invade ante tanta desfachatez?
Sostengo que las actuaciones conocidas de la doña son inadmisibles en una democracia y, aun no pudiendo calificarlas de delictivas, comprometen gravemente a su marido tanto en el terreno político como en el judicial y dejan un tremendo hedor a corrupción y abuso de poder propio de regímenes totalitarios.
Termino con Feijóo y su equipo. Tal vez sea una impresión personal pero los veo como el 'Platero' de Juan Ramón Jiménez, «suaves, tan blandos por fuera que se diría todo de algodón», amagan y no dan, tal que consideran necesario hacerse perdonar su pasado, como si les preocupara que esa izquierda en el poder corrupta, ventajista y vengativa tuviera que darles el marchamo de demócratas sin ser capaces de desmontar esa infamia, esa falacia. La avalista Begoña, a declarar y su esposo, a aguantar el tirón y si quiere guerra que la tenga.
Estamos pasando pena y no puedo vaticinar el tiempo que durará esta agonía ni cuándo podremos celebrar unas Tesmoforias, para poder hacerles a estos ventajistas antidemócratas una buena cuchufleta, pero tengan por seguro, mis queridos lectores, que más pena está pasando don Sánchez el del 'Huesario' viendo la que se le avecina: elecciones vascas, catalanas y europeas. No le queda otra, si quiere evitar los barrotes, que negociar su salida y convocar elecciones.
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