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En la antigua Grecia, los pitagóricos enseñaban que el alma experimenta una serie sucesiva de reencarnaciones pasando de unos cuerpos a otros hasta su definitiva ... liberación y a esta doctrina mística y filosófica la llamaron metempsicosis. Platón hace suya la teoría, aunque quizás no creyera en ella, y la populariza por medio del mito de Er, quien viaja a un reino inmortal donde ve cómo las almas de los muertos se congregan y eligen nuevos cuerpos en los que habitar: hombres que se convierten en otros, también en animales, y animales que eligen transformarse en humanos. Er trae conocimiento y experiencia al reino de los mortales y la idea, aunque poética no es bíblica y es refutada por las Escrituras. A propósito de ella, Pedro Calderón de la Barca pondrá en boca de Pedro Crespo, alcalde de Zalamea, esta bella frase: «El honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios».
Sin ánimo alguno de debate, y con el debido respeto, me he dado en pensar, de la mano de los pitagóricos y con la venia del gran Platón, si acaso algún animal metempsicótico pudiera haber elegido el cuerpo de nuestro don Sánchez para trasmutar. Descartados los tenidos por nobles como el perro, el león, el elefante o el tigre, los acuáticos por aquello de su poca visibilidad y las aves por su escasa corporeidad, nos quedan, entre otros, la hiena, el chacal y la serpiente, dejando al lector la elección del protagonista.
Tras la muerte de nuestro presidente, cuya vida guarde Dios muchos años, aunque, eso sí, fuera de La Moncloa y sin los tentáculos del poder en sus manos, me cabe una duda: ¿elegirá el finado Sánchez hombre o animal para iniciar su particular metempsicosis hasta la liberación definitiva? Dejemos la ciencia ficción, abandonemos a pitagóricos y platónicos y concentrémonos en los dos acontecimientos que van a condicionar nuestro futuro en mayor o menor medida: las elecciones europeas ya celebradas y la formación del Gobierno catalán, aún por decidir. Esta columna fue remitida a nuestro periódico hace unos días y cuando la parí sin bola de cristal ni videncia alguna desconocía lo que con sus votos habrán decidido los españoles: si mandar a don Sánchez al paro o al exilio o, a pesar de todo lo que sabemos, de las andanzas y mudanzas de doña Begoña, del desastre de su gobernanza, de la pérdida considerable de nuestro nivel de vida, del enfrentamiento al que nos ha conducido, o, si por aquello de a los nuestros con razón o sin ella, continuar apoyándolo para que siga haciendo de su capa un sayo y de nosotros, un desecho de tienta.
Cuesta entender que, con todas las barrabasadas que ha cometido desde su llegada al poder, cogobernando con los más casposos e indecentes comunistas, apoyado por todos los que quieren destruir España, con su amada Begoña investigada y llamada a declarar por muy graves supuestos delitos, utilizando el más deleznable nepotismo para colocar a sus amiguetes en puestos claves de las instituciones y empresas del Estado, pueda alguien de los que ganan el pan con el sudor de su frente, y no con el de los demás, seguir otorgando su confianza y darle su voto para que siga destruyendo todo lo que con tanto esfuerzo conseguimos levantar. Tiene a muchos abducidos, quiere acojonarlos volviendo a sacar ese viejo dóberman de la ultraderecha, escondiendo y tolerando a esa ultraizquierda con la que gobierna que donde la han dejado mandar no ha dejado más que ruina, miseria, violencia, represión, absolutismo y tierra quemada. Lo único que persigue este predicador de pacotilla es continuar en el machito y no tanto para poder disfrutar sin tasa de palacetes, falcons, dinero a espuertas, dedo colocador y demás sinecuras y prebendas, sino porque sabe que si no logra someter a la Justicia, controlar las instituciones, dominar al resto de poderes y demoler la Constitución, los esqueletos que guarda en el ropero, junto a los de su muy querida esposa, saldrán a bailar caminito de Jerez.
Aún mantengo un rayo de esperanza: ¿habrán sabido los españoles poner a cada uno en su sitio?, ¿tendrán los begoñistas un buen resultado que les permita sacar pecho? Si así fuera, que no lo creo, convendría retirarse a los cuarteles de invierno esperando una nueva primavera, no sin antes advertir a sanchistas y begoñistas que, en su virtual metempsicosis, podrán verse transmutados en pájaros bobos.
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