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La 'corná' que el toro 'Perdigón' de la ganadería Miura le propinó en la plaza de Madrid al diestro Manuel García Cuesta cuando entraba a ... matar fue la última que El Espartero recibió en su vida taurina. En una corrida anterior le había dicho al cirujano que lo estaba interviniendo: «Qué alegría tenía ese toro, me ha 'tirao' más de cincuenta 'cornás'». Pero la frase más célebre y recordada fue la que el torero sevillano dedicó a un banderillero de su cuadrilla cuando, parapetados en el burladero, este le advertía del peligro que llevaba entre los cuernos el astado que acababa de salir al ruedo: «Más 'cornás' da el hambre», le contestó El Espartero.
Muchos de los toreros que entonces se enfrentaban en el albero a aquellos toros con cornamentas tan espectaculares como su fiereza lo hacían porque matando al cornúpeta mataban también el hambre que habían pasado y que no querían volver a pasar. Sánchez I El Pacificador tiene, más que hambre, bulimia de poder. Por nadie pase tener que recibir tanta cornada para poder seguir mandando y disfrutando de las prebendas del cargo. Cornada tras cornada el hambriento sanchista cae, se levanta, se sacude el polvo, se da una vuelta en el Falcon, se relaja en alguno de los palacetes de Patrimonio y vuelve a tomar el mando repitiendo una y otra vez al banderillero Ábalos que le advierte del peligro de cada uno de los independentistas, filoetarras, comunistas y socialistas que tiene enfrente: «José Luis, más 'cornás' da el hambre, aunque por más que disfruto no termino de saciarme».
Menuda 'corná' le dieron sus compañeros de ejecutiva cuando lo largaron con tambores destemplados. Cornada agarena la del sátrapa marroquí al que hubo que conformar con lo del Sáhara. Vaya 'corná' la de los podemitas trufando su Gobierno con tanta ministra incompetente, las del 'sí es sí;' no digamos las que una y otra vez le dan Gónzalez, Guerra y Redondo porque las del caradura de Page no son más que leves derrotes; o los continuos desplantes del mandamás americano; o el repaso en el Parlamento Europeo; o las manifestaciones callejeras; o los abucheos cuando se le ocurre pisar la calle; o las constantes humillaciones del prófugo Puigdemont; o las alusiones veladas en los discursos del Rey. Y qué decir del castigo de los electores en los comicios autonómicos, municipales y generales, pero el bulímico no quiere volver a pasar hambre y, como el conejo del anuncio, sigue y sigue. Las 'cornás' de los peperos le deben parecer 'puntazos' y las de Vox, derrotes sin peligro que le garantizan trofeos.
La última 'corná', la de los tres decretos, pudo ser mortal, políticamente hablando, hasta el podemita le tiró una a traición que dio en el suelo del albero a su cursi compañera Yoli, la 'pichonera', ahora muy entretenida con los molestos 'pellets'. Pero su peón Bolaños salió al quite y, con la capa a una mano, distrajo al ultraderechista catalán que ya había visto por dónde colarse y hacer sangre. Mucho ojo, que el fugado ya ha aprendido y no le van a volver a burlar con el engaño
Sin arte, ni técnica, ni recursos, solo con el ansia desmedida de poder, no puede terminar bien este aprendiz de matador por más que, desde los tendidos, agradecidos 'sanchistas' no paren de aplaudir y jalear, aplausos y olés que se volverán silbidos y descalificaciones en cuanto El Pacificador ruede por la arena políticamente acabado y no encuentre dónde saciar su enfermiza hambre de poder porque los comederos de Europa se le han cerrado y en los de España, ni agua.
Lo peor de todo esto es que entre recorte, puntazo y 'corná' nadie gobierna y con la que está cayendo, con tanto frente abierto, esta España nuestra sin nadie al timón, la nave de la Patria sin velas desvelada y, entre las olas, sola ya no aguanta más y a muchos de nosotros sin quererlo ni votarlo nos toca seguir pagando la fiesta.
Caña y marinera al lector que acierte quién o quiénes serán los artífices de la última 'corná', esa de la que no podrá reponerse. Sin dármelas de adivino, de algo estoy seguro: esta legislatura ha nacido muerta sin posibilidad de terminar, Sánchez I El Pacificador, de seguir así de enloquecido por el ansia de poder, milagro será que se pueda tomar las próximas uvas.
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