Falsa claridad

Ni puedo ni debo instalarme en la duda, mis certezas son inamovibles como mis principios es la máxima de un conocido personaje, muy aupado, muy creído de sí mismo en posesión permanente de la verdad, de su verdad. «Estos son mis principios», proclama el taimado don Sánchez cada vez que se le pilla en una gran mentira, en un solemne renuncio. Lo eran, asegura, pero como tengo tantos y tan variados, los cambio a tenor del viento que sopla y a mi absoluta conveniencia.

Volvamos a la falsa claridad. La duda existencial, la que proclamaron hace mucho tiempo Sócrates y no hace tanto Descartes, ha perdido completamente su prestigio: permanecer confusos, dubitativos, es algo que hay que evitar. Tenemos prisa por solucionar la duda que nos asalta, no somos capaces de pararnos a reflexionar y, si en un tiempo récord no desciframos el enigma que nos encocora, decidimos esperar a que se resuelva solo o a que otros nos lo den solucionado, nos constituimos en víctimas de las circunstancias.

Dicho lo cual paso a expresar mis dudas: ¿hubo un complot organizado para acabar con la vida del candidato Trump?; ¿falló el servicio secreto o el francotirador tuvo toda clase de facilidades para disparar a 150 metros del objetivo?; ¿por qué no corrieron despavoridos los que estaban detrás del candidato?; ¿tras tantos disparos cómo es que solo hubo una víctima mortal?

Y continúo: ¿cuál es el secreto del excelente juego de nuestra selección nacional de fútbol, magia del seleccionador o acaso han pasado por la marmita de Asterix y Obelix nuestros aguerridos jugadores?; ¿vuelve de nuevo la palabra España a inflamar los ánimos de las buenas gentes?; ¿sabrán el ridículo que hacen aquellos politicastros u odiadores de redes al despreciar así el triunfo de nuestra selección? Despechado y dolorido por el rechazo de nuestros héroes del balompié a dejar que el taimado Sánchez levante la copa del triunfo, ¿nos escribirá una nueva y lacrimosa misiva demandando el cariño que otros le niegan?

¿Se colgará nuestro paisano Carlos dos medallas en las próximas Olimpiadas y seguirá maravillándonos con su juego, su estilo, su personalidad y su bonhomía?; ¿dimitirá el impresentable fiscal general tras su más que segura imputación o el que todo lo puede no lo cesará y lo mantendrá como fiel y eficaz mamporrero de todas sus 'fangadas'?; ¿veremos a buques de la Armada patrullando por el Manzanares para proteger la intimidad de la 'presidenta' Begoña o, sola ante el peligro, majestuosa y elegante, prescindiendo de escoltas y lameculos, decidirá entrar por su pie al juzgado como toda 'bicha vivienta'; ¿ha sido el 'quítame allá esos menas' lo que ha decidido a Abascal a romper la coalición de gobierno con el PP o el miedo al ataque por su flanco derecho y los malos consejos de sus nuevos amiguetes europeos los que han propiciado esa salida de pie de banco? Tras prescindir de los valiosos liberales que lo acompañaron en un principio y aupar a mediocres ultras, ¿cree que ha dado alguna en el clavo? Con la mente puesta en un horizonte a más de diez años, ¿piensa si su partido, roto al haber dejado soplando en la cuchara a tanto militante colocado, aguantará para rentabilizar el desastre propiciado por la actual espantada?

¿Habrá pacto PSOE -ER y tendremos al 'Mascarillas' Illa al frente del Gobierno catalán?; ¿se conformará 'Puchi' con alguna migaja o vendrá a España para ser detenido y así subir su caché independentista y provocar nuevas elecciones? En ese caso, ¿decidirá Tramposo Sánchez llevarnos a las urnas? ¿Aguantará López Miras el desgaste de un Gobierno en minoría o, alentado por las encuestas tan favorables, decidirá convocar elecciones anticipadas?

Tengo más dudas, casi tantas como principios atesora nuestro baqueteado don Sánchez, pero hace mucho calor y no conviene agitar la sesera. Disfrute, apreciado lector, yo mientras tanto me apoyo en la falsa claridad y sostengo que, tras el verano, vendrán tiempos mejores. O no.