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Veritas vincit

El embajador del hielo

El embajador, el ministro de Exteriores y el presidente del Gobierno son cooperadores necesarios de este bochornoso acto tal vez delictivo que avergüenza a todos

Lunes, 30 de septiembre 2024, 00:42

Veinte de enero de 1960. Juan Pablo de Lojendio e Irure, embajador de España en Cuba, está sentado en su casa de La Habana viendo ... por televisión al déspota de Fidel Castro enredado en uno de sus insoportables discursos cuando de repente empieza a insultar a España, acusándole a él directamente de conspirar contra el régimen castrista. Lojendio no tarda un segundo en reaccionar: pide el coche, se planta en el plató, sube al estrado desde donde Castro está largando su calumniosa soflama y pide micro para contestar a tanta mentira. Imaginen el carajal: de inmediato cortan la emisión y oficiales castristas y algún periodista adicto al régimen rodean al embajador que se ve obligado a abandonar los estudios. A la mañana siguiente, el Gobierno castrista lo expulsa de Cuba y decide retirar su embajador en España. La reacción de ese vasco de hierro, amante de España, fiel a la verdad y que murió en Roma siendo embajador, tal vez no se correspondió con los usos diplomáticos en vigor pero un español de bien no debe quedar quieto si alguien ofende a España.

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