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Cuenta el 'Génesis' que, tras el diluvio, los descendientes de Noé recalaron en un lugar de Mesopotamia de nombre Babel, sito en la llanura de ... Senar, entre los ríos Tigris y Éufrates donde, una vez asentados, decidieron levantar una torre tan alta que los pudiera preservar de los devastadores efectos de un probable próximo diluvio para evitar otro viaje en arca rodeados de incómodos animales. Para su construcción acudieron gentes parlantes de un mismo idioma quienes, al cabo de unos meses, decidieron prolongar la torre hasta alcanzar el cielo. Tamaño atrevimiento hizo que el Dios del Sinaí montara en cólera y, en castigo, condenara a los artífices a expresarse en diferentes lenguas haciendo la comunicación imposible. La confusión fue tal que la torre quedó inconclusa y cada parlante regresó a su olivo portando una lengua del todo inútil.
Hoy, cada terrícola echa mano de la lengua que aprendió en la cuna, que suele ser la materna, para poder comunicarse con su prójimo mientras algunos se esfuerzan por aprender otras que creen útiles para progresar en contactos, negocios, cultura o cualquier otro cometido. En nuestra para algunos querida España todos hablamos español, idioma muy antiguo cuyas raíces se hunden en el latín pero primero lo hicieron en el vascuence que no fue romanizado. El sufijo ez, que en la lengua euskera quiere decir hijo, fue adoptado por el castellano para dar apellido a los descendientes de los Lope, Sancho, Martín o Pero, y este es solo un ejemplo de cómo nuestro común idioma tiene raíces tanto latinas como euskéricas.
Nunca el idioma ha servido para el enfrentamiento, por eso provoca rechazo que los representantes de estos grupúsculos independentistas intenten imponer en el Congreso de los Diputados, en el templo de la palabra, lenguas que muy pocos dominan, ni siquiera muchos de los que pretenden imponerlas, y lo hacen no por el afán de reivindicar señas de identidad cultural sino por el ansia enfermiza de aparentar que no son españoles. Lo peor es que un partido español, centralista y constitucional como el socialista vote entusiasmado a favor de tamaño dislate. Babelios, son todos unos despreciables babelios.
Imagine, querido lector, que uno de nuestros paisanos parlamentarios, inflamado por el 'Y yo más', y arropado por el histórico espíritu cantonal de Jumilla, se expresara de este modo al subir a la tribuna: «Sentado en un ribazo, licinciando la preparación de los alpicoces que acompañarían al mortirigüelo, soportando el dolor en la gobanilla de tanto quitar morollas y carfolas pensé que fangoste tengo, estoy hasta la nona de estos bausanes». De seguro que más de un pinganillo saltaría por los aires. En Cartagena y en Murcia también se habla de forma diferente, a veces difícil de entender, pero no faltaría más que a nuestro López Miras le diera por impulsar el uso de las diferentes maneras de expresarse y empezara a repartir pinganillos a diestro y siniestro.
'Pînganillos habemus', gasto innecesario, caros traductores que ante una intervención en euskera tendrán que traducir al español para que diputados catalanes, gallegos, y seguro que algún vasco, puedan entender lo dicho. Las actas serán un problema, los taquígrafos, con ayuda del pinganillo, tomarán buena nota de lo hablado, pero luego habrá que redactar las actas y los que tengan que dar fe estarán obligados a conocer los tres idiomas incorporados, para que lo escrito sea fiel reflejo de lo hablado. Toda esta sinrazón y este despilfarro para que un psicópata ebrio de poder pueda seguir unos meses más disfrutando de las prebendas del cargo.
Babelios de pacotilla, no creáis que nos chupamos el dedo, sabemos que habéis encontrado el elixir mágico de la imposible independencia con el que tener hipnotizados a muchos de vuestros votantes, cuando lo único que queréis es seguir disfrutando de tanta prebenda, tanta sinecura, tanto viaje a 'Madriz', porque si tuviérais que gobernar Cataluña o el País Vasco sin el dinero de todos los españoles no os ibais a comer ni una rosca. Habéis tenido la suerte de que la injusta ley electoral os ha permitido chantajear a derecha e izquierda sin tasa y ahora habéis encontrado el mayor de los chollos: alguien que, con tal de seguir en el machito, está dispuesto a daros el oro y el moro. Pero ojo, porque este pueblo que luchó contra Napoleón y fue capaz de derrotarlo cuando dice basta es que se acabó.
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