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Hay palabras cuya función es señalar cualidades de las cosas, los hechos o las situaciones. Los llamamos adjetivos calificativos y poseen una categoría ancilar respecto de los sustantivos, que se destinan a mostrar la sustancia de las cosas, de ahí su nombre. Son adjetivos palabras como 'azul', 'lejano', 'misterioso', 'grande'. La mayoría de ellos no van más allá de señalar un color, un tamaño, una característica perceptible por los sentidos o la razón. Existe, sin embargo, una categoría de adjetivos referidos a personajes históricos, episodios memorables, movimientos artísticos, mitos, que los convierte en voces interesantísimas que, además de un significado concreto, suman connotaciones enriquecedoras. 'Celestinesco', por ejemplo, no solo alude a la alcahuetería mediadora en amoríos sino que homenajea al personaje Celestina, de Fernando de Rojas, una de las grandes antiheroínas de nuestra literatura.
El adjetivo 'sibilino', aplicado a conductas, situaciones, modos de hablar y caracteres está vinculado con la antigüedad. La Sibila griega, pitonisa del templo de Apolo, en Delfos, vaticinaba el futuro a los soldados que la consultaban antes de una batalla. La respuesta, muy divulgada en latín, era 'Ibis redibis non morieris in bello', cuya traducción es: 'Irás volverás no morirás en la guerra'. Según dónde vaya la coma, el sentido cambia radicalmente. No es lo mismo 'irás, volverás, no morirás en la guerra' que 'irás, volverás no, morirás en la guerra'. Una respuesta ambigua, 'sibilina', en que la pausa determina la comprensión cabal del mensaje. Situación gramatical que me recuerda los años de docencia en que, para explicar el mismo asunto, recordaba a los estudiantes, empleando la reducción al absurdo, que no es lo mismo 'no comáis niños' que 'no comáis, niños'.
La Historia provee múltiples ejemplos de triunfos bélicos con casi tantas pérdidas en el bando ganador como en el perdedor. Se habla entonces de una victoria 'pírrica', en recuerdo de la que ganó el rey griego Pirro contra los romanos en la batalla Heraclea del 280 a.C. El significado se traslada figuradamente a otros campos: un sueldo 'pírrico', por ejemplo, es un sueldo deleznable.
La expresión 'juicio salomónico' remanece del Antiguo Testamento, concretamente del 'Libro de los Reyes'. Es conocido el relato sobre dos mujeres que se disputaban la maternidad de un bebé. Ante la imposibilidad de un acuerdo, el rey Salomón propuso partir al niño en dos y entregar la mitad a cada una de ellas. La renuncia horrorizada de una convence al juez de quién es la verdadera madre, y a ella se lo entrega. A veces, ante la intrincada maraña de una controversia y la imposibilidad de llegar a acuerdos, se opta por una solución 'salomónica'.
En Arte se habla de épocas 'apolíneas' y 'dionisíacas'. Apolo es el dios mitológico del sol, las artes, la armonía y la belleza, pero también de la verdad, además de liderar las Musas. Dionisos se identifica con la fertilidad y el vino, el éxtasis y la locura ritual. De donde 'apolíneo' califica los movimientos artísticos renacentista y neoclásico, sometidos a la razón, las reglas, el equilibrio y la belleza, y 'dionisíaco', al Barroco y el Romanticismo, regidos por lo sensorial, los impulsos emotivos y una tendencia a la libertad individual en la creación artística.
Una de las partes de la 'Divina Comedia', de Dante, es el Infierno, presidido a la entrada por una sentencia desalentadora: 'Abandonad toda esperanza los que aquí entráis'. El texto describe los cruelísimos tormentos que sufren personajes de la historia que purgan, tras la muerte, sus fechorías: iras, traiciones, lujurias, avaricias... Castigos como arder en tumbas abiertas, ahogarse en sangre hirviente y excrementos, ser devorados por animales insaciables, han generado el adjetivo 'dantesco', aplicable a catástrofes y sufrimientos pavorosos como incendios, terremotos o sucesos altamente dramáticos.
Aunque el personaje literario nació hace más de siglo y medio, todavía el adjetivo 'rocambolesco' al que dio lugar continúa vigente. Es sinónimo de exagerado, absurdo e inverosímil y se aplica a sucesos y aventuras disparatados. Rocambole es un héroe novelesco inventado por el francés Ponson du Terrail. Concebido inicialmente como un malvado, derivó hacia una personalidad positiva y noble que, tras cada 'hazaña', dejaba en el lugar una sota de corazones.
Una fuerza 'hercúlea' remite al extremo vigor físico de algunas personas. La referencia al héroe griego Heracles (Hércules) se remonta al catálogo inverosímil de sus hazañas, algunas conocidas como 'los doce trabajos'. Entre sus proezas, separar Europa de África, creando el Estrecho de Gibraltar, estrangular al león de Nemea, domar al toro de Creta o sanear en una sola jornada los establos de Augías, jamás limpiados antes.
A los modernos héroes, personajes de cartón piedra como Batman, Supermán, Spiderman, el Capitán América o las decenas de virtuales pokemones aún les falta tiempo para merecer que la lengua los premie con un adjetivo similar a los citados.
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